Capítulo 3- Necesito a su padre 🤒

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Emma

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Emma

—No creo que pueda criarlos —le hablo a mi vientre aún sin ser capaz de tocarlo —. Ni siquiera tenerlos.

No he hecho más que cuestionarme estos últimos días, debería perder se como las madres que se emocionan. También deberían tener un padre y ser aptos para sentir más que arrepentimiento.

Y es que solo vivo agobiada con preguntas para las cuales no tengo respuestas, termino llorando ante un sentimiento de vacío y prefiero alejar a la gente antes de que me encariñe y decidan irse.

—No los daño a propósito —sollozo —, solo necesito a su papi.

Caigo a la cama solo para encogerme y abrazar al peluche de osito. Cierro los ojos tratando de recordar el calor de sus brazos, pero eso solo es una estaca al corazón.

No es bueno que estemos así, a él no le gustaría vernos sufriendo.

Si que duele, pero en el fondo lo acepto: tiene razón.

Hago un esfuerzo para poder sentarme y sigo lamiendo la cuchara llena de helado de chicle con kiwis que partí.

—Esto está tan bueno —le digo a la cuchara mientras se me sale una lágrima que limpio rápidamente.

La puerta de la habitación se abre y es Bella la que entra junto con su hija, seguramente a chequear que no haya saltado por la ventana.

—Emma —sonríe su madre —, saldremos a la ciudad, deberías acompañarnos.

Niego con la cabeza.

—Aquí estoy bien, gracias.

Adeline le da una mirada de preocupación a su madre antes de que decidan irse. «No necesito niñera»

Apenas escucho que el auto arranca me vuelvo hacia mi teléfono y devuelvo una de las cientos de llamadas perdidas que tengo de Megan.

Como era de esperarse al primer timbre contesta.

—¡Maldita seas, Emma Davies! —gruñe enojada — ¡Dame una buena razón para no matarte!

Tomo una honda respiración para lidiar con esto.

—Serás tía. —susurro dejándola muda, yo solo sigo con mi helado. —Y son dos para hacerme más miserable. No tiene padre y yo me la paso llorando.

—Emma —reprende suavemente —. ¿Si sabes que lo de Sean es temporal, verdad? Debes ser fuerte no solo por ellos, sino por ti.

Medio le sonrío de boca cerrada pasándome sus palabras con un nudo, lo único que agradezco es que la distracción de su esposo aparece en la llamada.

—Ay, no me digas —frunce el ceño —. Entonces si es verdad.

Lo observo confundida, el ruso solo sigue hablando como señora del chisme.

Tormento Inmoral [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora