Emma
A un día...
En tan solo veinticuatro horas me veré frente a un altar, esperando a que todo acabe y luego de que el padre lo anuncie, estaré oficialmente casada con un Langford.
Clarissa podría saltar en una pierna, ellos son los dueños en exitosas multinacionales. Hoteles, restaurantes, discotecas y toda clase de propiedad que pueda generar dinero.
Será también mío, nuestro.
De los que nacerán como nuestros hijos...
No lo amas, ¿Tanto te cuesta aceptarlo?
Pero lo quiero, debe contar como un esfuerzo.
Te juro que-
Corto esa pequeña conversación con ella, ya no me sirve de nada. Vuelvo a la escena que se presenta frente a mí: Carter ríe en los brazos de su abuelo, sus pequeños dientecitos lo hacen ver más tierno de lo que ya es. Shane lo lanza en el aire y lo atrapa, el ambiente se llena con sus risas y no deja de girar con tal de divertir al niño.
Observo a Dexter a través del ventanal que da al jardín y este se mantiene al teléfono mientras que Adeline reposa conmigo en el sofá, viendo a su padre jugar con el hijo.
Definitivamente ella es la única normal de esta familia.
— ¡Más alto, abelo!
— Es tío, joder —lo lanza de nuevo —. Qué no estoy tan viejo.
El bebé chilla, luego ríe con más fuerza.
— ¡Abelo jodel!
Me río junto con Adeline, Shane solo niega, resignado a que le lleve la contraria. Juegan un rato más, hasta que Carter se marea, y una vez en el piso, sale gateando con la empleada corriendo tras él.
Luego, el viejo se dirige a la isla donde se encuentra su esposa haciendo la mezcla de un pastel para mí. Según ella, me va mejor algo sin gluten, y quien soy yo para refutar si es ella la que me cumple mis caprichos. En fin, le rodea la cintura, se ve tan posesivo atrayéndola hacia él que me instala una presión en el vientre.
Ella voltea con la espátula en mano y le sonríe, de manera traviesa, apenas lo ve tan cerca. Shane no tarda en irse contra su boca, pero no lo deja, en su lugar, le embarra de la mezcla en su nariz.
Frunce el ceño, haciéndolo ver como un crío y cuando empieza a reírse, cambia la mueca a algo retorcido.
— Esa cosa tiene más usos —exclama, a centímetros de sus labios y la mantiene pegada a su torso —, no son precisamente para mi rostro.
Me palpita, y no hablo del corazón.
Atrapo mi labio inferior, de acuerdo con mi conciencia, pero lo que me destempla es el codazo que me imparte Adeline, directo a mis costillas. De inmediato le presto atención.
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Tormento Inmoral [+21]
Novela JuvenilDisparos. Sangre. Muerte. Todo pecado tiene penitencia, y por ello la desgracia ha caído sobre los Davies, dejándolos en el ojo del huracán se ven obligados a atenerse a las consecuencias de su depravación. La pequeña Emma, devastada y con el cora...