Capítulo 26: Celos

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Emma

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Emma

Me pongo cómoda, entre su sala de cuero y fogatas artificiales, al momento de escuchar las noticias, cosa que se ha hecho costumbre en momentos críticos de mi vida.

Llevo la taza humeante de chocolate hacia mi boca en lo que la mujer del canal trece empieza a hablar.

Así como lo oyen, mientras que el colombiano, Nicolás Davies, se ha vuelto una sombra —un icono de interrogación aparece a su lado—, sus hijos-

—¡Qué olvidadiza! —es interrumpida por su compañero con una sonrisa maliciosa—. Será su única hija quien contraerá matrimonio con el magnate "Davies", también esperan la pronta llegada de sus primogénitos.

Se hacen más pequeños para dar lugar a nuestra foto el día del anuncio, tuve que vestirme para la ocasión, pues citamos una rueda de prensa a las afueras de su compañía.

Oh, lo recuerdo como si fuera ayer.

Esperen... ¡Si fue ayer!

Inicio del Flashback

Mis manos tiemblan al tratar de ponerme el blazer blanco, este vestido se ciñe a mi vientre, y podría sucumbir a los nervios de solo pensar en la reacción de las personas al vernos, pues el odio sigue llegando a nuestra puerta, sin importar lo que haya hecho papá.

Esa gente asegura que nuestra vida les afecta de forma directa.

Me siento extraña entre esta tela, ya no quiero ser adulta, quiero volver a tener seis años y preocuparme por cómo vestir a mis muñecas.

La puerta se abre, me apoyo en el lavabo y observo como busca hasta que me intercepta en el baño de la oficina. Me muestra una cálida sonrisa antes de hablar.

—La prensa se está juntado, señora —informa su secretaria, me dijo que lleva años sirviéndole—. Deberán salir en unos minutos.

—De acuerdo, Helen —actúo con indiferencia—. ¿Sabes dónde está Sean?

—En la sala de juntas, volverá con usted en unos minutos.

Espero que mi fuerte mirada la obligue a retirarse, me frunce el ceño antes de asentir levemente y salir de mi vista con una sonrisa tensa. No es hasta que su estrecha espalda desaparece que me permito volver a respirar.

Intento ser paciente, así que retomo la tarea de vestirme, y al terminar con las perlas, me dispongo a apreciar la más importante.

Me regaló un anillo de oro blanco con diamantes, dijo que lo escogió especialmente para mí, y le creo al ver que tiene sus iniciales grabadas.

—¿Lista?

Lo siento frustrado al entrar agarrándose los mechones, deja varias carpetas sobre su escritorio, acomoda otras más, y por fin, se digna a posar su mirada en mi.

Tormento Inmoral [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora