Sean
El techo es mi única ventana al mundo desde que enviaron a Priscila a un convento en Escocia. Sus padres creen que así la curarán de su horrible y homosexual pecado.
Seguro que se termina cogiendo a una monja.
La noche antes de que se la llevaran, la convencí de que huyera de su casa. Pensé que querría vivir una última noche de locura conmigo, pero me equivoqué.
Ella solo quería sentir la pasión que le iban a robar.
Caminábamos por un parque cuando el cielo estalló en colores por una fiesta. Le prometí que, cuando tuviera el control sobre mi mismo, iría por ella.
Sus padres la tendrían bajo su tutela hasta los veintiuno. No supe por qué, ni me interesé en preguntar.
Solo me rogó que le avisara a su amante de su partida, y lo haría, pero me marché cuando la sorprendí con otra. Después de eso, me dediqué a destruirles la relación.
Seducir y enviar pruebas nunca fue tan divertido.
En fin, las formas y colores ya no me sorprenden, ni siquiera esa grieta que parece formar un corazón roto. «Solo se burla de mi desde su esquina»
Suspiro y cierro los ojos, pero solo veo un vacío negro que me devora. Los recuerdos de estos días me atormentan, pero no me provocan nada más que indiferencia. Solo ese grito logró despertar algo en mí, un cosquilleo en el pecho al escuchar su voz rota y delicada.
¿Delicada? Esa bruja que dice ser nuestra hermana casi nos rompe los tímpanos.
Tienes razón, pero hay que ser amables con ella. Solo finge que la quieres.
Me siento patético hablando conmigo mismo, así que decido levantarme. Salgo de la cama, pero enseguida siento una descarga eléctrica en las piernas y pierdo el equilibrio. Caigo sentado en el mismo lugar, la vista se me nubla y el dolor me invade, expandiéndose por mi columna.
Mis manos tiemblan para cuando ubico el cajón de la mesa de noche y rebusco entre las cosas que hay.
Termino con un frasco repleto de pastillas en la palma. Debo parece un adicto cuando el desespero me lleva a la locura y trago todas las cápsulas que caen en mi otra mano.
ESTÁS LEYENDO
Tormento Inmoral [+21]
Teen FictionDisparos. Sangre. Muerte. Todo pecado tiene penitencia, y por ello la desgracia ha caído sobre los Davies, dejándolos en el ojo del huracán se ven obligados a atenerse a las consecuencias de su depravación. La pequeña Emma, devastada y con el cora...