Capítulo 19-Cuando el padre los unió, mi mundo colapsó al momento

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Sean

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Sean

Hace algunas horas

La señal del cinturón dejó de iluminar desde hacía horas, y en lo único que puedo pensar es en que esto me está consumiendo lentamente, ella no deja de aparecer en mis memorias y mi nervios corroen cada centímetro que existe hasta dejarme temblando.

No cuento con mis calmantes, me obligo a no enloquecer por el dolor y todo lo que me invade son nervios, estrés, el pensar que no debo hacerlo... A este punto ni yo me reconozco.

Me yergo cuando la sobrecargo se acerca.

— Sírveme algo de whisky ¿Quieres? — le pido, agarrando la tela de la camisa que no soporto —. ¿Qué no tienen algo para el dolor?

Ella frunce el ceño mientras ojea el carrito.

— Señor, no creo que mezclar-

— No estaba pidiendo opiniones.

Aprieta los labios al tiempo que asiente y se limita a traerme lo que le pedí.

Siento como cada gota de sudor me corre por la frente y esa vena del cuello me tiene loco, aprieto los ojos con fuerza antes de empinarme la botella junto con las pastillas. El alcohol me quema la garganta y termino con un sin sabor ante un recuerdo que esfumo tan rápido como llegó.

Salto del asiento y empiezo a caminar por cada rincón, tuvimos que hacer una escala por motivos personales, así que solo observo la mañana y me reprocho todo lo que hice durante estos últimos meses: hombres, alcohol, fiesta, trabajo. Recuerdo cada maldita llamada donde ella rompió en llanto, pero también el rostro de Zack cada que salíamos.

Es estúpido.

Y la jodida pregunta...

¿Embarazo? ¿Tan buena puntería tengo?

Me carcome el interior pensar en qué tanto dolor se debía a eso.

Arrojo el vaso hacia la pared y no tarda en hacerse añicos una vez choca, observo el vendaje de mi mano y pienso seriamente en darme un tiro.

Mejor, me hace querer ser quien le disparó al barman.

Eso es más lógico, pero si quieres lo sacamos del cementerio para rematarlo.

No me tientes.

Termino en la habitación de mi jet, cada recuerdo me invade cual plaga. Solo puedo verme sobre ella, trago grueso al entender el porqué de aquel juramento cuando le pasaba la lengua y me repetía que lo nuestro apenas empezaba.

Como me pesa no haberle dicho lo que es verdad en aquel momento, solo que tenía tanto tiempo guardándolo, que ya no supe cómo soltarlo.

Me atrevo a llegar a la cama, acaricio las sábanas mientras pienso en cada curva y lunar que alberga su piel. Me detengo solo por un momento, trato de ponerlo todo en su lugar antes de ser capaz de sentarme, es como si tuviera una soga en el cuello, pero no se cortarla o dejarla ahí.

Tormento Inmoral [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora