Sean
Sigo caminando por los desolados pasillos de la mansión Davies, y aunque recuerde haber estado aquí mil veces, me deja un extraño vacío sentir que la mayor parte de mi vida la pasé con una figura negra que siempre intento tocar, pero desaparece antes de que pueda ver de quién se trata.
Me he desgastado pensando, pero lo único que obtengo son recaídas nerviosas.
Suspiro sabiendo que no lograré nada y mañana estaré camino a Escocia, pues ya hice un plan para sacar a Priscila de ese convento antes de que se la lleven a África como misionera.
Así que entro por última vez al gimnasio, por supuesto que está vacío, mi mente solo puede evocar una imagen mía boxeando, lucía tan concentrado que solo giré cuando algo llamó mi atención.
Recuerdo tener una sonrisa de medio lado antes de hablar con no sé quién.
"Buen día ... ¿Zack?, ¿Cómo sigues?"
Esa figura se transforma en Zack, pero no tiene sentido. Me dejo caer sobre la pared antes de golpear mi frente con la misma y cerrar los ojos.
— ¿Por qué me pasa esto a mí? —cuestiono, pues ella es la única persona que se me dificulta recordar.
No tengo a nadie más para que me ayude, mi único amigo falleció, y no hubo funeral formal, según las noticias su cuerpo no pudo ser rescatado.
Sé que no hablaba con Zack hasta después de mi incidente, y yo volví a este país hace un año, así que debe ser alguien más. Estoy cien por ciento seguro de que es ella, pero por alguna razón, mi mente la bloquea.
Abro los ojos cuando me entra una llamada, el rostro de Zack aparece haciéndome pensar en lo que hemos pasado durante los últimos meses.
Sonrío a la vez que detallo su atractivo, sus facciones son marcadas y mantiene el cabello desordenado. Él es como diez centímetros más bajo que yo, pero ese aire de niño bueno no es más que su fachada.
El hombre no acepta un no por respuesta, y no me enorgullece aceptar que a las malas tuve que aprenderlo.
Atiendo la llamada antes de seguir pensando en él, después de todo, ya lo tengo para mí.
— Zack.
— ¿Solo eso? —se queja —, ya te hace falta un poco de disciplina ¿eh, príncipe?
Un escalofrío me recorre cuando escucho lo ronco de su voz, pero algo me hace decir que no me pongo así solo por eso. Lástima que hoy esté trabajando.
— S-sé que tienes un par de ideas.
— Dos, cuatro, deberíamos averiguarlo —ríe y lo hago con él —. ¿Tienes planes para mañana?
— ¿Los tienes tú? Mi noche ya incluye a cierto hombre.
— ¿Está coqueteando conmigo, señor Davies?
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Tormento Inmoral [+21]
Teen FictionDisparos. Sangre. Muerte. Todo pecado tiene penitencia, y por ello la desgracia ha caído sobre los Davies, dejándolos en el ojo del huracán se ven obligados a atenerse a las consecuencias de su depravación. La pequeña Emma, devastada y con el cora...