Capítulo 37

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LAS LLAVES DE LA LEYENDA

Lo primero que vi al encender la tele fue la muerte de Ray Dark.

Entonces entendí porqué ayer sentía el corazón tan apretujado, porqué lloré como si fuera la última vez que le vería—que terminó siendo así—y también que eso había sido obra de alguien más, y me hacía una idea de quién.

No lloré, ya no me quedaban lágrimas por soltar, sentí desprecio, hacia él, hacia Zoolan Rice.

El detective Smith había traído las gafas de Ray Dark en una bolsita de plástico, yo no quise guardarlas, eso implicaría deprimirme cada vez que las viera, en cambio Jude, sí las aceptó.

Miré como Nakata se extendía en la fresca hierba del suelo y después dirigí mi vista a la playa, donde la pequeña Lizzie y su hermano jugaban con un balón.

El detective Smith le había dejado una cajita de las que hacían música a Lizzie, y decidimos juntarnos para entregársela a la pequeña, Jude, Mark, Nakata, el hermano de Lizzie, esta última nombrada, y yo.

—Pero si hay una carta—. Dijo Lizzie, emocionada.

Me acerqué a ella y miré dentro de la caja, afirmando que había una carta.

—¿Me la puedes leer?

Sonreí y desdoblé la carta, me aclaré la garganta y leí; "Querida Lizzie,

Me gustaría que sigas viendo con atención y sintiendo con todo el corazón lo maravilloso que es el fútbol. Si hay algo que me he pasado toda mi vida odiando y amando de todo corazón, ha sido el fútbol."

Volví a doblar la carta y la puse en su lugar, me separé de la cajita y me senté junto a Mark, que pronto apoyó su cabeza en mi hombro.


















Me apoyé en el respaldo de la silla y miré con atención cómo se desencadenaba el partido de Unicorn y Argentina que estaba a un minuto de finalizar.

Casi todos olíamos la clasificación, pero creo que ninguno éramos capaces de alegrarnos ya que ese era el equipo de Erik y Bobby, en mi caso también de Dylan y Marck, mis amigos.

—Hemos pasado la clasificación, y eso significa que nos hacemos cargo de todo lo que esperaban los equipos que se han quedado atrás. ¿Verdad, Mark?—. Rompió el silencio Jude al oír los tres pitidos anunciando la derrota de Unicorn.

Mark asintió y nos animó a ir a entrenar.

Cuando estaba por ir, mi móvil vibró repetidas veces, anunciando una llamada.

Descolgué y oí la voz alegre de Sue.

—¡Ari!—. Llamó, alargando la "i"—. ¡Estamos en Liocott! Tori y yo nos preguntábamos si podías salir y darnos un buen tour por la isla del fútbol.

Sonreí y acepté la invitación—. Está bien, nos vemos en diez minutos en el centro.

Sue se despidió y colgó, y yo decidí ir a pedir permiso.

Cuando obtuve el sí de Travis salí en carrera hacia el centro, ya que las dos chicas ya debían estar ahí.

A la lejanía vi los colores llamativos de pelo de mis amigas y las abracé por los hombros a ambas una vez estuve a su lado.

—¡Ari!—. Gritaron.

—Hola chicas—. Sonreí.

Sue nos obligó a empezar a caminar. Se suponía que yo guiaría pero ella nos estaba llevando a todas partes.

(...)

Llevábamos al rededor de ocho mil tiendas, a mi no me molestaba, ya que necesitaba ropa, pero no podía decir lo mismo de Tori.

Sue y yo nos agachamos frente a un puesto de pulseras que estaban extendidas en una manta en el suelo.

—¿Es que queréis comprar más?—. Preguntó una cansada Tori.

—Da igual, mira esto—. Sue le mostró unos pendientes a la peli rosa—. Que monería.

—Eh señor, ¿esto es artesanía típica de Liocott o algo así, verdad?—. Preguntó Tori.

—Sí, es algo parecido.

—Son piezas creadas para conmemorar la unión de cielo y tierra en el monte magnitud, que se ve allí a lo lejos—. Señaló con su dedo índice un monte a la lejanía.

—Esto me da mala espina—. Susurró Tori por lo bajo.

—Muchachas, supongo que os gusta el fútbol—. Preguntó uno de ellos.

—¡Nos gusta, no encanta! ¡Nos gusta más que comer tres veces al día!—. Respondió una animada Sue—. Por eso hemos venido a Liocott, para animar a Inazuma Japón, es que somos las diosas de la victoria.

—Así que diosas eh. Tenemos unas piezas especiales y exclusivas para vosotras.

Cada uno sacó una pulsera que se parecían pero a la vez no, una era angelical, mientras la otra era todo lo contrario, brillaba pero casi que con maldad.

—Estas provienen del pasado remoto de Liocott. Son regalos de los reyes del cielo y la tierra que gobernaban el fútbol.

—Que pasada, pero si brillan y todo—. Dijo Sue, tildada al precioso brillo de las pulseras.

—¿Qué pasada? menudo gusto—. Le dijo Tori por detrás.

—Estas piezas son conocidas como las llaves de la leyenda. Ellas os guiarán a los reyes del cielo y la tierra.

Sue las agarró ambas—. Cuanto por ellas señor.

—¿Qué? ¿las vas a comprar?—. Se quejó Tori.

—Calla, es para tener un recuerdo con Ari.

—Podéis llevaroslas, no queremos pago alguno—. Dijo el vendedor.

—Guay, mira que suerte tengo, me las llevo gratis.

—A mí siempre me han dicho que lo barato sale caro—. Interrumpió Tori.

—¿Cual quieres Ari?—. Sue me mostró las dos pulseras y me dio a escoger.

Me decanté por la morada con ese brillo de malicia peculiar, sentí que iba más conmigo.

—Está bien, yo me quedaré la azul—. Sonrío Sue.

𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 𝐂𝐑𝐔𝐙𝐀𝐃𝐎━━━━𝐈𝐧𝐚𝐳𝐮𝐦𝐚 𝐞𝐥𝐞𝐯𝐞𝐧² Donde viven las historias. Descúbrelo ahora