Capítulo 2

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Tienes que parar con lo de Ama y esa formalidad — dije con tanta firmeza como pude. Enderecé mi postura, mostrando mayor confianza. Esta tal Freen podría o no ser un demonio real —real y desnudo— pero este es mi departamento. Mis reglas. — Podría creer que eres lo que dices, o quien dices, pero definitivamente no soy tu Ama.

Freen no objetó. Simplemente, sonrió, y algo sobre esa sonrisa puntiaguda, hizo que mi estómago diera una voltereta.

Lo que usted diga, Ama.

Te dije que no hablaras así.

¿Y cómo preferiría que la llamara?

Era una pregunta obvia, pero no pude evitar sorprenderme. No esperaba que ella se rindiera tan fácil. — Uh... ¿Supongo que solo Becky? Es mi nombre.

Becky — la manera en la que la lengua de Freen rozó los bordes de sus dientes al pronunciar la 'C', como si lo estuviera saboreando, hizo que me olvidara de cómo respirar por un momento. — Qué hermoso nombre.

Mis mejillas se encendieron. — Y... ¿Por qué piensas que soy tu Ama? — pregunté, en parte para distraerme por mi propia reacción vergonzosa. (Es muy difícil mantener mis ojos sobre el rostro de Freen).

Me ofreciste un sacrificio de sangre — respondió. — No puedo ignorarlo — sus ojos, a pesar de ser de un marrón pálido, parecían tener un brillo ligero que no era del todo humano. Si antes había dudado sobre su estado demoníaco, esas dudas se fueron quedando atrás.

Parpadeé rápidamente. Casi se sintió como si Freen hubiera puesto un hechizo en mí. — Pero no lo hice — protesté, gesticulando con mi mano sana hacia el lavabo. — Solo me corté, fue un accidente -

Accidente o no, me diste tu sangre. Eso significa que estamos juntas hasta que decidas liberarme.

La forma en la que Freen dijo 'liberarme' me puso nerviosa. Al principio, me había cuestionado si su tono y lenguaje corporal no serían tan seductores como aparentaban. Lo atribuí a mi propia mente sucia, así como a la desnudez ajena. Pero ahora, no había cómo negarlo. Ella estaba coqueteando conmigo, un demonio estaba coqueteando conmigo.

Una risa incómoda, de pura incredulidad, se escapó de mis labios antes de que pudiera detenerla, pero me recompuse muy rápido. — Vale, en ese caso, te libero.

La pelinegra no hizo nada. Solo siguió mirándome —una mirada que parecía quemarme, hasta que sentí unas gotas de sudor correr por mi espina dorsal—. Estaba ocupando todo mi autocontrol el no mirarla de regreso, pero a pesar de intentarlo, mis ojos descendieron hacia sus suaves pechos. Se veían llenos, pero firmes, y era casi imposible dejar de mirar sus pezones rosados y erguidos.

Por fin, pude desviar mi mirada. — ¡Te libero! — agité un poco mi mano, como si eso fuese a ayudar, pero por supuesto, no lo hizo.

Freen se rio, y el sonido causó que un calor creciera en mi vientre bajo, y en lugares más vergonzosos. — Me temo que no funciona así, Becky.

Al instante me arrepentí de haberle pedido que usara mi nombre. De alguna manera, sonaba más sexual que 'Ama'. — ¿Por qué no?

Porque tienes que desearlo. Y, ahora mismo, no lo haces.

Mi primer instinto fue argumentar. Después de todo, estoy estudiando para ser abogada. — Sí lo deseo.

No, no lo haces.

Con un suspiro frustrado, miré hacia otro lado, enfocándome en el mueble. Así, por lo menos, no tendría que luchar con la constante tentación de mirar sus pechos. — Okay, está bien, ¿Pero ahora qué? ¿Dónde se supone que vas a quedarte?

𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora