Capítulo 17

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Elegir al jurado fue una tarea cansada, peor todavía por el calor insufrible. Media hora después de haber vuelto a la corte, mi traje se pegaba a mi cuerpo de manera incómoda. El calor no parecía molestar a Freen, a la jueza Malvoth o a Zazabuul, por lo que intenté ocultarlo. Tuve que conformarme con la botella de agua que Freen me trajo del café.

¿Qué hay de ese? ─ preguntó desde su asiento en la mesa de defensa, susurrando la pregunta mientras bebía la última gota de agua. No veo un lugar donde pueda rellenarla, pero estoy sudando como en una sauna, y era una necesidad beberla.

Bajé la botella, relamiendo mis labios y estudiando al demonio que Freen señaló: era delgado, tenía branquias a los costados de su garganta y sus manos parecían como las de los tritones de las películas. ─ No ─ murmuré, negando. ─ Odia a los humanos. Querrá verte perder sin importar qué.

Suspiró. ─ ¿Y ella? ─ asintió hacia un demonio a dos sillas de él, una mujer con alas llenas de plumas y un rostro afilado, de pájaro, con un pico largo y negro.

Quizás. Su cuestionario no resaltó ninguna bandera roja.

Fruncí el ceño, considerando a los candidatos. Sin incluir al de las branquias, me queda uno, y podría ser crítico. Había un súcubo desnudo con perforaciones en los pezones y piernas cruzadas, uno con alas de murciélago demasiado grandes saliendo de su cabeza, y una extraña sustancia negra burbujeando en su asiento, parte de ella cayendo en el suelo.

¿A quiénes debo intentar quedarme y a cuáles sacar?

Desearía poder besarte.

Sus palabras me tomaron por sorpresa, pero no vi más que honestidad y anhelo en el rostro de Freen. De repente, con mucha desesperación, tuve el mismo deseo. Quiero tomar su rostro entre mis manos y acercarla, unir nuestros labios en un gesto de amor y confort. Pero no podemos.

Es una corte, y muestras de afecto poco profesionales, solo lastimarían el caso de Freen. Debo conformarme con apretar su rodilla bajo la mesa.

Brevemente, me pregunté si alguien notaria el gesto, luego miré al grupo potencial de jurados con los ojos muy abiertos. ─ Freen, ¿Otros demonios, además de los súcubos, pueden sentir mis emociones?

Negó con la cabeza. ─ Solo nosotros, usualmente. Bien pensado.

Sonreí. Por supuesto, no debía de explicarle mi flujo de pensamiento a alguien tan astuto como Freen. Un súcubo notaría mi nerviosismo, mi conflicto interno, mi inseguridad, y mi amor por ella. Ya sé a quién debo dejar fuera (además, observar a una mujer desnuda durante la audiencia podría ponerse incómodo).

Uh-oh ─ murmuró. ─ Parece que Zazabuul está listo.

Miré hacia su mesa. Él ya se está acercando, su maletín en la mano. ─ Lo tenemos, Freen ─ dije con más seguridad de la que sentía. Al menos, ahora tengo una estrategia, un arma con la que puedo liberarla de su contrato.

Nos ofreció un asentimiento, dejando su maletín al borde de la mesa. ─ Señorita Chankimha, señorita Armstrong ─ nos miró a ambas, girándose hacia el jurado que esperaba ser interrogado. ─ ¿Estamos listos para proceder?

Freen esperó la confirmación, y le di una sonrisa que espero sea reconfortante.

Sí, lo estamos.

Muy bien ─ Zazabuul alzó su mano hacia la jueza, quien notó el gesto y golpeó su mazo-fémur sobre el podio.

Al mismo tiempo, el alguacil alzó su voz con un gruñido aterrador. Aunque sé de dónde viene, no pude contener el escalofrío que me recorrió.

𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora