— ¿Disfrutando la cena?
Me hice hacia atrás, descansando una mano en mi estómago. Sonreí a Freen, al otro lado de la mesa, quien me miraba con ojos profundos y cómplices. — Por supuesto, estoy esperando el segundo plato.
Contemplé por unos momentos el pastel de cangrejo sobre mi plato, era tentador, pero no estoy segura de tener espacio. El aperitivo que compartimos había sido demasiado delicioso para resistirlo. Di un largo trago a mi agua, suspirando y acomodándome en la silla. — Estoy feliz de que hayamos probado esto, hace tiempo que no comía buenos mariscos.
— Lo sé — la pelinegra respondió. — Estoy segura de que en tu infinita sabiduría se te ocurrió traer una goma de mascar para el después.
Enarqué una ceja. — ¿Tenías la esperanza de besarnos en el auto?
Freen batió sus largas pestañas, la imagen perfecta de la inocencia. — ¿Quién, yo? — se señaló a sí misma. — ¿Besarnos en el auto? Nunca, qué inmaduro.
— Bueno, es verdad que tienes más de 80 años...
Le mostró un puchero. — Grosera — pero el brillo en sus ojos la delataba.
Estiré un brazo para tomar su mano. — Hey, no me quejo — le di un apretón. — Eres la ochentera más sexy que conozco.
Como esperaba, Freen se soltó a reír. Una o dos personas de las otras mesas nos miraron, pero por una vez, no me avergoncé por eso. Sonreí, enfocándome en ella. Los dejaré mirar, no me importa.
Esta cálida y aturdidora sensación era nueva para mí, me tomó un instante reconocerla como orgullo. Estoy orgullosa de ser su novia, de que seamos una pareja. Prefiero mantener mis asuntos privados, pero esta noche parece perfecta para relajarse. Puedo sostener su mano si así lo deseo.
Su pulgar acaricia el costado de mi mano. Miré nuestros dedos entrelazados, luego sus ojos, que se habían entrecerrado, traviesos. —Sigue conquistándome con esas palabras y no llegaremos al auto.
Mis ojos se abrieron más, un sonrojo recorriendo mi rostro y un pequeño nudo de ansiedad se formó en mi estómago. — ¿Quieres decir...? — miré a mi alrededor, el restaurante no estaba muy lleno, y busqué el baño. Espera, ¿Por qué lo estoy buscando? No es como si ella... Como si yo alguna vez...
Ella se inclinó, desviando mi atención a su escote, mostraba más de lo que ocultaba. Y sé que no debería mirar, no en público, pero no pude evitarlo.
— No te preocupes — Freen dijo, su voz baja y rasposa. — No te arrinconaría en un baño público.
Suspiré en alivio. — Okay, además ya sabes que soy una germof... ¿Oh? — mi voz se ahogó en un gemido dudoso cuando algo se deslizó por el interior de mis muslos, acariciándome a través de mis pantalones. Estaba muy nerviosa para soltar otro sonido, deseando que nadie hubiera escuchado.
Freen me dedicó una sonrisa maliciosa. — ¿Por qué usar un baño si tenemos una bonita mesa?
Mi rostro se encendió como una chimenea y, al mismo tiempo, un escalofrío recorrió mi espalda. Cerré la boca. — ¿Qué haces? — siseé entre dientes. — ¿Esa es tu cola?
No me respondió, solo me guiñó un ojo. Dicha cola subió más, acariciando el elástico. Me tensé, cerrando las piernas bajo la mesa. Desafortunadamente, eso significaba atrapar la punta de su cola entre ellas. Se quedó ahí, aplicando una ligera presión.
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𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]
FantasyBecky heredó un medallon de su abuela fallecida. Lo último que esperaba con esto era que un (desnudo) demonio surgiera de él. No me pertenece, es una adaptación al fandom y en caso de que se me pida eliminarla, así se hará. Todos sus derechos al au...