— ¿Becky?
Mientras regresaba de la oscuridad de un sueño profundo, las comisuras de mis labios se alzaron con ligereza. Esa voz, la voz llamando mi nombre, era baja y rasposa, pero de alguna forma reconfortante. También familiar...
— Becky...
La voz hacía que quisiera buscarla, encontrando una piel suave con mis palmas. Eso hizo que cada músculo de mi cuerpo se relajara, incluso si mi corazón latió más fuerte. Pude sentir una respuesta vibrando en mi garganta, la de un nombre que traía una extraña calidez al centro de mi pecho.
— Becky, despierta.
Entrecerré los ojos por los brillantes rayos de sol atravesando mis ojos, levantando una mano para cubrirme. Había una figura de pie, frente a mí, borrosa al principio, pero volviéndose más clara con cada parpadeo pesado: una diosa con curvas, rodeada por un halo resplandeciente de luz. Sus mechones de cabello brillaban como una corona, a pesar de los delgados y torcidos cuernos que formaban una espiral sobre su cabeza.
El nombre que había intentado soltar, surgió en un susurro cariñoso. — Freen...
Ella me sonrió, luciendo menos etérea, pero igual de hermosa, sus ojos destellando diversión. — Hey, dormilona, ¿Te quedaste dormida sobre tus libros otra vez, huh?
De repente, me di cuenta de que estaba atrapada por uno de ellos. Estaba abierto, sobre mi pecho, estaba tan distraída por el aspecto de Freen, que no lo noté. Tentada, volví a mirarla, silenciosamente complacida con el hecho de que la pelinegra estaba vistiendo una camiseta que abrazaba sus curvas- Y que había robado de mi armario (estuve más complacida todavía de que no estuviera usando sostén, aunque intenté no mirar demasiado).
— Lo siento — murmuré, no le había respondido.
Freen se inclinó, regalándome una vista de lo que se encontraba bajo su camiseta sin haberlo esperado. Un nudo se formó en mi garganta, y mientras esos labios rosados se acercaban, me pregunté si seguía soñando o ella iba a besarme. En su lugar, me quitó el libro, cerrándolo y dejándolo sobre el otomano.
— ¿Por qué viniste acá? Pudiste haberte quedado en la cama conmigo y leer, la ventana estaba abierta.
Me sacudí con tanta sutileza como pude, saliendo de mi ensoñación.
Estúpida, ¿Por qué me habría besado ahora mismo?
— Te veías tranquila, no quería despertarte.
Tu cuerpo es tan suave y cálido cuando duermes. Tenía miedo de volver a acurrucarme a ti, no podría soportarlo ahora mismo.
— Obviamente, tú tampoco estabas lista para levantarte — se sentó en el otomano, colocando una mano en mi muslo. — Deberías cepillarte el cabello y lavarte los dientes, casi es media tarde.
— ¿En serio? — tomé mi teléfono, que se había hundido un poco entre los cojines del sofá. Suspiré al comprobar que tenía razón. No es normal que duerma durante el día, pero a pesar de haberme acostado temprano la otra noche, no conseguí descansar demasiado. Mis sueños han sido subidos de tono, y siempre que despierto, el cuerpo cálido de Freen se encuentra enredado con el mío de alguna manera. — Ugh, Irin llegará en media hora.
— Ugh, ¿Huh? — se burló. — Me aseguraré de contarle a tu mejor amiga lo emocionada que estabas de almorzar con ella — apretó mi muslo, arriba de mi rodilla, y para mi vergüenza absoluta, se me escapó un ligero jadeo. Mis ojos se agrandaron, fijándome si es que Freen lo había notado y, por supuesto, el demonio lo había hecho. Su mirada se oscureció y su suave y rosada lengua se deslizó lentamente sobre su labio inferior.
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𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]
FantasyBecky heredó un medallon de su abuela fallecida. Lo último que esperaba con esto era que un (desnudo) demonio surgiera de él. No me pertenece, es una adaptación al fandom y en caso de que se me pida eliminarla, así se hará. Todos sus derechos al au...