Capítulo 5

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Estoy aburrida.

Levanté la mirada, mientras cerraba mi pesada mochila. Freen se encontraba estirada sobre el sofá, sus pies descansando en uno de los brazos del mueble y su cabeza en el otro, dos bolsas de papitas se encontraban en su abdomen y el control remoto entre ellas.

Lucía, efectivamente, aburrida.

Pues... — me mordí el labio. No hay mucho que pueda hacer ahora para entretenerla, mi siguiente clase comienza pronto y no volveré hasta dentro de un par de horas. — ¿Tal vez podrías dibujar algo?

Freen miró hacia el refrigerador. Ya estaba lleno de bocetos a lápiz (ya que Becky no tenía pintura o algo más para que pudiera trabajar). Cada dibujo era diferente, había retratos tradicionales, paisajes abstractos, incluso algo así como anime. Ya no había casi espacio para poner más.

Uh-huh, no. Quiero salir.

Contuve un gruñido, no tengo tiempo para esto. Si me quedo más, llegaré tarde. — Um...

¿No pretendes tenerme cautiva en tu departamento, no? — hizo las bolsas de papitas y el control remoto hacia un lado, girando sobre su estómago para mirarme desde ahí. — Porque, sinceramente, eso es algo espeluznante. Y tú estás intentando no serlo.

Suspiré. De verdad lo estaba intentando, tiene un punto ahí. No es justo tenerla aquí todo el tiempo, como una mascota a la que descuidan. Es una persona. Bueno, un demonio, pero casi lo mismo.

¿Quizás podríamos salir cuando vuelva de clases? — sugerí. — Hay un lugar donde venden helado, no queda lejos...

O... — ella comenzó, cortando mi oración. — Puedo ir a clases contigo, ver a dónde vas todos los días.

Mis clases no aceptan visitantes sin regist-

Entonces espero afuera. Debe haber un patio o algo, ¿No?

Lo había, y tiene muchas bancas para que la gente se siente, pero no estoy segura. Llevar a un demonio a clases es una de esas decisiones que tienen la palabra 'desastre' escrita en ellas. Por otro lado, no puedo dejarla aquí para siempre. Algún día, Freen podría decidir seguirme sin mi permiso.

Y no quiero imaginarme lo que eso podría provocar.

Bien, puedes venir- Solo porque así sabrás donde encontrarme si lo necesitas, pero vamos a poner algunas reglas, ¿Vale? Primero, tienes que prometer que no te quitarás la ropa — mis ojos estaban sobre los suyos, seria.

Ella se levantó del sofá, agitando su cabello. Sus cuernos no estaban, y su cola tampoco. Vestía una de mis camisetas de manga larga y unos pantalones ajustados de la tienda de segunda mano, lucía casi normal. — Sé que no debo correr desnuda en público, Becky. Te arrestan por ese tipo de cosas.

Algo sobre la manera en que lo dijo, me convenció de que el demonio hablaba desde la experiencia. Sospecho que si me pusiera a revisar periódicos de los sesenta, encontraría algo como: 'Mujer joven hallada corriendo desnuda por las calles, se sospecha que es una protestante contra las guerras'.

Además — siguió hablando. — Ya no tengo licencia de conducir o número de seguro social.

Tomé una bocanada de aire. — Vale, está bien — saqué mis llaves, sacando una pequeña y dorada del llavero. El medallón del brazalete hizo un sonido metálico al hacerlo. — Aquí tienes una copia, no la pierdas entre tu pila de basura, ¿Okay? Estas cuestan como cincuenta dólares cada una.

𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora