Mientras el jurado delibera, me fui al baño para poder entrar en pánico. Era un lugar sorpresivamente agradable, considerando la situación. Había muchos cubículos con diferentes formas y tamaños para acomodar a los diversos demonios, volviéndolo más accesible que algunos baños en la tierra. El mío no tenía papel higiénico, por lo que tuve que pedirle a Freen que me diera un poco de algún otro. La taza se baja sola si me muevo rápido, y ninguno de los sensores de manos funcionó al primer intento, pero supongo que es de esperarse. Sigue siendo el Infierno, después de todo.
Por suerte, el lugar estaba vacío, exceptuando por Freen y yo, por lo que me sentí menos aterrada cuando colapsé en un extraño sofá que se encontraba en una esquina y enterré mi cara entre mis manos, temblando por la ansiedad. Mis ojos están secos, pero no puedo dejar de sacudirme, mi respiración agitándose. Los músculos de mi garganta se contrajeron, y comencé a marearme por la falta de aire.
— ¿Becky? — su voz rompió con la bruma, y presionó suavemente mi hombro. — Solo respira, ¿Está bien?
Usualmente, no puedo hablar en momentos así, me forcé a escupir una respuesta. Jadeé y me ahogué en mi primer intento, incapaz de formar palabras, hasta que lo conseguí. — No. No está bien.
— Sí, está bien — insistió, sentándose a mi lado. — Lo prometo, Becky, estaremos bien. ¡Pateaste traseros ahí afuera! Vamos a ganar-
— ¿Y si no lo hacemos? — pregunté, sollozando sin lágrimas. — ¿Y-Y si perdemos?
Se acercó más a mí, enredando un brazo alrededor de mis hombros y besando mi cabeza. — Entonces apelaremos el caso. O intentaremos dividirlo. O fingiremos que haremos lo que sea que la firma de Zazabuul quiera hasta que tengamos un plan. Vamos sobre la marcha.
Escucharla, tranquilizó un poco mis miedos. Sé que estamos metidas en una enorme mierda, es lógico. Si alguna vez hay un buen momento... Es decir, no bueno, pero si hay un momento razonable para tener un ataque de pánico, ese es este. Pero algo en su voz me convenció de que, de alguna manera, las dos podemos superarlo.
— Tenemos el tiempo de nuestra parte, ¿Cierto? — pregunté con una risa rota.
— Cierto. Apuesto a que la firma te dará inmortalidad temporal si esperan que trabajes para ellos. Incluso si yo debo volver al brazalete y a ti te mandan a otro lugar, volveremos a encontrarnos.
Sorbí por la nariz, retirando las manos de mi cara y mirando mi muñeca. El brazalete de mi nana sigue ahí. A pesar de todo lo que ha pasado, una parte de mí no puede creer que esto haya traído a Freen a mi vida, o a mí a otra dimensión para debatir por nuestras almas.
— Esta cosa estúpida — gruñí, mis labios frunciéndose.
— No es estúpida. Logró unirnos, ¿No es así?
— Pero no es justo — hablé lo suficientemente fuerte para que mi voz hiciera eco. — No deberías de pertenecerle a nadie solo porque tienen esto — deshice el broche, quitándome el brazalete y buscando su mano. — Aquí, úsalo tú.
— Eso es dulce, Becky, pero las reglas no son así. Incluso si no fueras quien lo usa, sigues siendo su dueña... Y mía, técnicamente hablando. Estoy unida a ti por un pacto de sangre, ¿Recuerdas? — suspiró, luciendo pensativa. — Tu nana intentó liberarme de esta forma, también — me devolvió el brazalete, pero me negué a tomarlo.
— No me importa si cancela su magia o no — coloqué el brazalete en su muñeca, cerrando el broche e ignorando sus protestas. — Es tuyo. Tú eres tu única dueña, incluso si es solo por un par de minutos — pausé, frunciendo el ceño. — Espera, ¿Yo no soy tuya ahora? Te di mi alma para poder actuar como tu consejera legal.
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𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]
FantasyBecky heredó un medallon de su abuela fallecida. Lo último que esperaba con esto era que un (desnudo) demonio surgiera de él. No me pertenece, es una adaptación al fandom y en caso de que se me pida eliminarla, así se hará. Todos sus derechos al au...