Incluso si mi corazón amenaza con salirse de mi pecho, me obligué a mí misma a despojar a Freen de su vestido con la cantidad apropiada de veneración. Mis dedos temblaron mientras se dirigían a su espalda para bajar el cierre, pero estoy demasiado feliz como para avergonzarme por ello. Freen se queda. El peso de aquella verdad se asentó en mí como una cálida y reconfortante mantita. Nadie podrá separarla de mí ahora.
Ella me besó la punta de la nariz, luego mi mejilla y mi barbilla, un beso por cada botón que deshacía. — Entonces, señorita Armstrong, ya no le pertenezco — deslizó sus uñas de mi esternón hacia mi vientre. — Soy de mi propiedad, lo que significa que puedo hacerle lo que yo desee.
Un escalofrío me recorrió. Me estiré con la esperanza de probar sus labios, pero Freen se alejó, enderezándose y dejando que la parte de arriba de su vestido cayera a sus caderas. Me quedé sin aire. Sus pechos, cubiertos solo por la delgada tela de su sostén, prácticamente rogaban que los tomara.
Cuando recordé cómo pensar y hablar, la visión me otorgó valor. — Definitivamente, es solo suya, señorita Chankimha, pero me sigue perteneciendo — seguí mi deseo, llenando mis manos con sus pechos. Para mi deleite, ya podía sentir sus pezones puntiagudos a través de la tela. — Por elección, pero eso es semántica.
— Ah, ¿Sí? — se encorvó, presionándose con mayor firmeza contra mis palmas, antes de que se separara. Hice un sonidito en reclamo, pero se convirtió en un jadeo cuando me di cuenta de que solo lo hizo para deshacerse de la prenda. Me relamí los labios cuando esos picos jugosos aparecieron. — Pruébalo.
Estoy feliz de hacerlo. Con un suave gruñido, revertí nuestras posiciones, deshaciéndome de mi camisa abierta antes de rodar sobre Freen. Deslicé rápido la otra mitad de su vestido, luego hice lo mismo con mi falda, pero me distraje mientras se enredaba en mis rodillas. Sus pechos son demasiado tentadores para resistirlos. Comencé a dejar besos sobre y alrededor de ellos, suspirando por el sabor de su piel.
— Mm. Se siente bien.
Su bajo ronroneo me apresuró a capturar un pezón entre mis labios. Lo atendí con la lengua, disfrutando cómo se tensó y se sacudió debajo de mí. Experimenté con diferentes caricias, intercalando entre ellas y tomando nota de sus reacciones.
Todo parecía ser una reacción positiva, especialmente cuando enredó una pierna alrededor de mi cintura y comenzó a frotarse contra mi estómago.
Sentir la tela húmeda de sus bragas, provocó que mi propio centro se tensara en deseo. Hice que se mojara. Soy por quien está gimiendo. La experiencia seguía siendo lo suficientemente nueva para volverme loca, y dudo que alguna vez vaya a acostumbrarme. Me apresuré a bajar su ropa interior y metí una mano entre sus piernas.
La suave y recortada pelusa de vello cubriendo sus labios hinchados acarició el interior de mi muñeca. Me hizo reír, y solté su pezón el suficiente tiempo para que me guiara al otro. — No te detengas — me pidió, tirando con esperanza de mi cabello.
No es necesario que lo pida. Chupé con hambre su otro pezón, poniendo mis dedos a trabajar y acariciando con ligeros movimientos. Ella estaba goteando por mí, y cuando tenté el anillo de su entrada, lo encontré suave y abierto. — Dentro — susurró, y no me pude resistir. Penetré con un dedo, luego dos, jadeando con gusto por lo fácil que su cuerpo me recibe.
Por un momento, me perdí en mi mundo, uno donde nada importa, solo el calor de Freen y sus paredes apretándome. Se sacuden con cada movimiento que hacen mis dedos, y yo busqué ese punto esponjoso en su pared frontal, formando un gancho con los dedos para ver su reacción. No me decepcionó. Soltó un ruido ahogado que pudo haber sido un gemido.
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𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]
FantasyBecky heredó un medallon de su abuela fallecida. Lo último que esperaba con esto era que un (desnudo) demonio surgiera de él. No me pertenece, es una adaptación al fandom y en caso de que se me pida eliminarla, así se hará. Todos sus derechos al au...