Capítulo 3

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Cálido.

Eso fue lo primero que sentí cuando volví del suave arrullo del sueño. Algo muy cálido y suave, estaba presionado contra mi estómago, y sentí unas cosquillas en la punta de mi nariz. Abrí los ojos, parpadeando, solo para ver una cascada oscura. Un rayo de luz entraba por la ventana de la habitación, resaltando el cabello de Freen.

Ahí fue cuando me di cuenta de quién está entre mis brazos y la incómoda postura en la que nos encontramos. Aunque nos fuimos a dormir en lados opuestos de la cama, tan alejadas como era posible, uno de mis brazos encontró su camino alrededor de la cintura del demonio durante la noche. Peor todavía, una de mis manos estaba aferrada a uno de sus pechos, y su redondo trasero se encontraba presionado contra mi pelvis.

Mi rostro ardió en ese instante. Mi pulso se disparó y comencé a entrar en pánico, pero conseguí quedarme quieta por medio de mi fuerza de voluntad. Si me movía, me arriesgaba a despertar a la mujer entre mis brazos, y eso significaría mayor incomodidad.

Tomé un par de respiraciones, contando. Uno, dos, tres...

Lentamente, retiré mi mano de su pecho. A pesar de que Freen usaba la camiseta que le presté, no le ofrecía demasiada protección. Después de alejarme, todavía podía sentir la presión de su pezón, ahí contra el centro de mi palma.

Después, me dediqué a desenredar mi brazo de su cintura. Me moví lentamente, recostándome en mi lado de la cama con todo el cuidado del mundo, para no hacer que el colchón se hundiera.

Mis esfuerzos fueron en vano. Tan pronto como me deshice de la postura incómoda, Freen soltó un fuerte bostezo, girando sobre su espalda y estirando los brazos sobre su cabeza.

El movimiento reveló una ligera curva de su estómago pálido, y el mío pareció llenarse de mariposas.

Sus ojos me miraron, y mi corazón viajó hasta mi garganta.

Uh, buenos días — traté de tragar sin ahogarme.

Buenos días, Ama - Digo, Becky.

Bajó sus brazos, sosteniéndose sobre un codo. Un aroma cálido de recién dormida la acompañaba, incluso más dulce que su esencia habitual. Algo se sacudió bajo las cobijas, y casi salté cuando me rozó la rodilla. Oh, era la cola de Freen. Ni siquiera la había notado, debido a nuestra postura, pero sentirla rozar mi piel me provocó un escalofrío —y no de una manera completamente desagradable—.

Sigues aquí.

— respondió. — Sigo aquí, ¿Esperabas que no?

Pensé que habías sido un sueño — admití.

Ella se rio. — ¿Sueles rechazar a hermosas mujeres desnudas en tus sueños? Eso es un poco triste.

Decidí que era el momento perfecto de dejar la cama. Hice a un lado las cobijas, rodando para ponerme de pie y apresurarme al armario. — ¿Quieres desayunar? — pregunté, sacando ropa limpia, agradecida por hacer algo que me diera una excusa para no mirar el hermoso rostro de Freen. — Podría preparar algo-

No es necesario — incluso sin girarme, podía imaginarme su sonrisa. — Ya comí.

Contuve la respiración, recordando lo que Freen había dicho el día anterior sobre alimentarse de emociones, ¿Eso significaba que había sentido mi deseo? Ojalá no, pero temo lo peor. Mi lado lógico apareció, decidiendo que lo mejor sería ignorar la posibilidad.

Incluso si Freen había sentido mis emociones, eso no significaba que debía de importarle. No sería correcto.

Voy a bañarme — puse un pants bajo mi brazo, avanzando hacia el otro lado para tomar ropa interior y una camiseta sin mangas. — No tengo clase hoy, así que... Estamos atrapadas. A menos que pueda liberarte.

𝐏𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐬𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 [+𝟏𝟖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora