XIII

138 22 0
                                    

PETE

Los labios de Vegas sobre mi piel, esa preciosa pareja quitándose la ropa poco a poco como saboreando el momento, es algo tan jodidamente sensual que me sorprende que no esté saliendo por patas de este sitio. Cada día que paso en este club y con Vegas, me hace darme cuenta de que los deseos más profundos que guardaba en mi interior no tienen nada de malo. Las preciosas manos de este hombre apretando mis caderas para enterrar su entrepierna un poco más contra mi culo me vuelve loco.

Vegas es la viva imagen del sexo hecho persona, su sensual forma de mirarme, su manera de acariciarme me derrite por momentos. Es pura fuerza masculina, sensual y bello a partes iguales. Estoy hecho un charquito a sus pies cuando nuestros amigos se despojan de la poca ropa que les quedaban y un gemido de placer sale de mi boca.

El chico con cara de ángel se arrodilla ante su amante que lo mira como si fuese lo más precioso de este mundo. Mete un dedo tatuado en su boca y él lo chupa con fruición, después guía su cabeza hacia su polla, dura, larga y apetecible. El chico rubio sonríe con picardía y chupa la punta saboreando el momento, pero su compañero no está para tonterías, así que le da una suave cachetada y se la mete entera hasta el fondo. El pequeño de ojos azules no se acobarda, abre la boca y contiene la respiración. El chico tatuado gime sin pudor y halaga a su pequeño amante, le dice que es su orgullo, que lo está haciendo genial, ¡dios, es como una película porno, pero mil veces más sensual!

Mi cuerpo arde, necesito que Vegas se haga cargo de mí, siento en mi mente la necesidad de que me someta como está haciendo el tatuado con su precioso ángel.

—Vegas... — no sé cómo pedirle esto, todavía no hemos llegado a un acuerdo sobre nuestra relación.

—Umm... déjame tenerte, déjame por favor — me pide adelantándose a mis deseos.

—Sí — le contesto y esa palabra es la única que puedo pronunciar.

Vegas se abalanza sobre mi boca, su lengua se adentra dentro de ella dejando un rastro de saliva que resbala por mi barbilla. El jersey que llevo puesto me estorba, me agobia, así que me lo quito por la cabeza. Vegas gime cuando me ve, y su boca abandona mi cuello bajando hasta mis pezones. Me sujeto de su pelo con fuerza y no puedo evitar gemir sin control.

—Eres precioso, demasiado para mantener mi cordura, sabía que tenías potencial — me susurra al oído.

—Vegas, necesito... — no puedo decírselo.

—Lo sé, lo haré, no tienes que darme explicaciones — me dice como leyéndome la mente.

—Por favor — gimo sobre su boca que atrapo entre mis labios en un beso necesitado y febril.

—De rodillas Pete, ahora — me exige con su voz más dominante y no tiene que repetirlo porque mis rodillas no me sostienen.

Vegas abre sus pantalones y deja que su erección salte sobre mi cara. Lo miro desde mi posición en el suelo y parece un ser de otro planeta, un dios que nunca pide nada solo coge lo que necesita y eso es lo que hace. Sus dedos se enredan en mi pelo y guía mi cabeza hasta su erección. 

—Abre la boca — me ordena y yo tengo que controlarme para no babear sobre el suelo de madera.

Hago lo que me pide sin apartar mis ojos de su cara, es la viva imagen del sexo, caliente y lujurioso.

Siento su polla tan perfecta dentro de mi boca, dura y caliente. El sabor salado de su presemen se cuela por mi garganta, he echado de menos tenerlo para mí. El ritmo que seguimos es enloquecedor, por el rabillo del ojo puedo ver como el chico tatuado ha puesto a su ángel rubio a cuatro patas sobre la tarima y tiene su cara enterrada en su trasero mientras gime sin parar. Esa escena acaba por prenderme del todo y me olvido de que estamos en un lugar público, que otros pueden verme con la polla de Vegas en la boca, eso ya no es importante.

Dejo de pensar, solo quiero sentirlo todo, quiero dejarme llevar por el placer arrollador que siento. Un gruñido sale de lo más hondo del pecho de Vegas, que aprieta un poco más su agarre en mi pelo. Me levanta con impaciencia y veo que él está igual de excitado que yo.

—Míralos Pete, son preciosos, pero no se pueden comparar con tu cara cuando estás de rodillas totalmente entregado a mí. Quiero enterrarme en tu cuerpo, lo deseo tanto que me duele, pero quiero que estés seguro, color Pete — me dice.

Lo pienso por un segundo, mientras nuestros amigos se han dejado de preliminares y empiezan el verdadero show. El chico tatuado agarra el cuerpo delgado y suave de su compañero rodeando el fino cuello del rubio con su poderoso brazo que brilla por el sudor. Todos sus tatuajes, sus músculos y su poder demoníaco haciendo suyo el cuerpo delicado, blanco y cálido de su compañero. Cuando su polla atraviesa el pequeño agujero del ángel de ojos azules, los dos sueltan un grito animal que me atraviesa por completo.

—Verde — le digo sin dudar y la sonrisa que Vegas me regala es la más depravada y caliente que nadie me ha dado jamás.

Baja mis pantalones y mi ropa interior hasta dejarme desnudo delante de su cuerpo. Él se deshace de su camisa y de sus pantalones igual de rápido. Con una mano me acerca a su cuerpo y con la otra abre mis nalgas y desliza un dedo lubricado en mi interior, no sé cómo lo hace pero siempre está preparado.

—¡Dios, estás ardiendo pequeño! — me susurra al oído.

—¡Vegas... ohhhh! — no puedo hilar una frase completa.

—Voy a follarte hasta que no puedas sostenerte en pie — me dice y esa es la única advertencia que recibo porque acto seguido su polla entra en mí resbalando un camino de placer hasta el fondo.

Su cuerpo tiembla tras el mío, se agarra a mis caderas como si temiese caer si no lo hace, mientras sus caderas empiezan su vaivén dentro y fuera de mi cuerpo.

El chico rubio le pide a su compañero que sea más rápido, que lo folle más fuerte. De repente gira su cabeza y sus ojos se enfocan en los míos, su sonrisa es tan caliente como el infierno, definitivamente es un demonio disfrazado de ángel protector.

La sensación de que él entiende cada acción, cada paso que me ha llevado hasta aquí es demoledora. Con su mirada me dice que él comprende cómo me siento y que está bien, que es nuestro momento y que debemos aprovecharlo.

El chico rubio agarra la mano que su compañero tiene sobre su pecho y veo como su mirada se emborrona un poco, está entrando en el sub-espacio, pero antes de eso me guiña un ojo y se corre estrepitosamente sobre el suelo de tarima. Su compañero no está lejos de su liberación puedo verlo en sus gestos, los tendones y músculos de su cuerpo tensos como cuerdas de violín.

Vegas atrapa mi cuerpo por completo y tira de mi cara hacia atrás para atrapar mis labios con los suyos. Ya no siento el espacio a mi alrededor, solo me dejo mecer por su polla atravesándome y sus caricias en mi piel. Mi mente se despeja y me eleva a un lugar donde el placer es sublime, donde puedo ser totalmente libre. Ya no siento como un orgasmo brutal crece dentro de mí, el cosquilleo en mis pelotas sube hasta mi estómago y ahí estalla en una explosión de sensaciones que me hacen sentir vivo. Mi semen sale disparado sin que Vegas me haya tocado ni una sola vez, es tan intenso que casi no siento las piernas tocar el suelo. Un gruñido animal más parecido a un rugido surge del hombre tatuado y se lleva a Vegas consigo. Siento todo el poder de mi hombre verterse en mí con una fuerza que jamás he sentido antes. Cuando me quiero dar cuenta estamos los dos de rodillas en el suelo intentando respirar con normalidad. El demonio y el ángel se besan con cariño, el hombre tatuado le dice palabras dulces a su pequeño compañero y éste se deshace de placer en sus brazos.

Cuando se levantan para irse el de ojos azules me mira y me lanza un beso. Con sus labios pronuncia una palabra en silencio, "genial". Y sin más sale de nuestra vista acompañado por su chico que lo sigue dócilmente.

—Vegas... lo llamo.

—Sí cariño, estoy aquí — me responde mientras busca nuestra ropa para volver a vestirnos. Me coloca el bóxer y los pantalones. Después se viste rápidamente para pasar por mi cabeza el jersey negro que traía puesto. 

—Ha sido fantástico Vegas, no sé cómo explicarlo — todavía estoy temblando.

—Nunca te he visto tan receptivo, caliente y apretado. Vas a volverme loco Pete Saeghtam.

Cómo puedo decirle que jamás había hecho una cosa así, que nunca me permití explorar ciertos deseos que sentía que estaban mal, que nadie iba a entender. Cómo puedo decirle que ha sido la experiencia sexual más intensa de mi vida y cómo coño voy a decirle que me estoy enamorando de él.

Carpe Diem [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora