III

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PETE

Ha sido la semana más agotadora de mi vida, después de la llamada que recibió Porsche todo ha sido un torbellino de cosas por hacer. El departamento de diseño que dirige mi amigo no ha parado de hacer horas extras para estar preparados para la Bienal de este año.

Esta muestra es muy importante, grandes personalidades del gobierno y de los negocios están invitados y podríamos recolectar jugosos donativos que nos permitirían redoblar nuestros esfuerzos en las zonas más necesitadas del país. Porsche se ha sumergido de lleno en este reto, es una persona muy comprometida con lo que hacemos aquí, ha sido testigo de las injusticias y del padecimiento de los menos afortunados de este mundo y eso lo hace doblemente apasionado. Su objetivo es minimizar el dolor de las personas, es un hombre ejemplar en todos los sentidos.

Hace un par de días Kinn nos visitó en las oficinas a las dos de la mañana trayendo comida y café para todos, sé que es una excusa para poder estar con Porsche el mayor tiempo posible. Es gratificante la forma en la que lo mira, como si él fuese todo su mundo, un hombre dominante y seguro de sí mismo de rodillas ante el generoso corazón de mi mejor amigo.

Antes de irse ha pedido hablar conmigo y yo lo recibo en mi despacho con mucha curiosidad, no sé de qué puede querer hablar conmigo, no somos lo que se dice amigos cercanos.

—Buenas noches Kinn— lo saludo invitándole a sentarse conmigo.

—Buenas noches Pete, gracias por recibirme, sé que están muy ocupados— me responde muy amablemente.

—Es un placer, ¿en qué puedo ayudarte?

—Necesito pedirte un pequeño favor, ya que Porsche y tú tienen una amistad muy sólida creo que eres el indicado para ayudarme— me responde. 

—Claro, dime de qué se trata y si está en mi mano te ayudaré— le digo.

—Quiero pedirle a Porsche que se case conmigo y necesitaría que me ayudaras a preparar algo con lo que no pueda decirme que no— me responde sin atreverse a mirarme.

—¿En serio? ¡Madre mía! No creo que te diga que no aunque se lo pidas ahora mismo en esta oficina, pero cuenta conmigo para lo que necesites—le contesto entusiasmado.

—No creas que será tan fácil, me costó un mundo que aceptara ser mi sumiso y después de eso me costó otro mundo que aceptara ser mi pareja, es muy testarudo— me dice con un suspiro.

—Porsche te ama con locura, solo que simplemente las cosas que valen la pena no son fáciles de conseguir y creo que quería que lo tuvieras claro— le digo con una sonrisa.

Creo que mis palabras alivian un poco la inseguridad de Kinn porque nuestra charla se vuelve más relajada. Quedamos en hablar después de la Bienal de arquitectura y trazar un plan del que Porsche no pueda escapar.

Y ahora después de tenerlo todo atado y en manos del equipo de diseño estoy en mi habitación con una toalla atada a la cintura decidiendo que ponerme para impresionar a Vegas. Sí, he dicho impresionar. No voy a negar que dejar con la boca abierta a ese hombre tan perfecto es un reto que pone en movimiento cosas dentro de mí que creía muertas.

Pienso en ponerme un traje clásico azul, pero lo descarto enseguida, con eso no lo haré babear. En el fondo del armario veo el traje de tres piezas que Porsche me regaló en mi último cumpleaños, es algo atrevido pero creo que será perfecto. Mi amigo pensó que jamás me lo pondría, pero esta es la ocasión perfecta para estrenarlo.

El pantalón negro se ciñe a mis caderas con gracia, la camisa de raso del mismo color tiene un cuello en V que deja ver mi esternón. Y por último, la guinda del pastel, un abrigo oscuro tres cuartos que se ajusta perfectamente a mis hombros. Aunque no es bonito que lo diga yo, me queda de muerte.

Carpe Diem [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora