XXV

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PETE

Lunes por la mañana, el peor día de la semana por dos razones; una, la cama de Vegas es muy cómoda y dos, el cuerpo de Vegas es demasiado tentador. Esta mañana casi llegamos tarde porque Vegas no quería quitarme las manos de encima. Tardaré una semana en recuperarme de estos últimos tres días.

Después de la cena maravillosa del jueves por la noche, se ha dedicado a enseñarme a disfrutar de la sumisión en su cuarto de juegos. Hemos acudido a ese evento al que no podía faltar. Todo tipo de personas con dinero y con un ego del tamaño de China, rodeaban a Vegas. Unos para sacarle algo y otras para meterse en sus pantalones.

En realidad me encantó ver cómo se desenvolvía en ese ambiente, haciendo comentarios educados y rechazando tan amablemente las insinuaciones más desvergonzadas. También me di cuenta de lo diferente que es Vegas a esta gente. Pertenece a su círculo, pero les separa un millón de kilómetros de distancia.

En un momento en que la reunión se ha vuelto aburrida, ha cogido mi mano y me ha llevado al primer baño que ha encontrado. Creo que tiene una fijación con hacerlo en los servicios.

Cojeo un poco hasta mi despacho y me siento frente al escritorio. Sobre éste alguien ha dejado una caja alargada y una nota pegada a ella.

Al principio pienso que Vegas me ha mandado algún regalo, pero cuando abro la caja, un grito de sorpresa y asco deja mi boca.

—¿Qué pasa?— me pregunta Porsche entrando en mi despacho.

Yo solo alcanzo a señalar mi escritorio y él se queda petrificado en el sitio.

La caja está llena de flores muertas llenas de gusanos. Mi amigo la alcanza, la tapa y la saca a la papelera del pasillo. Después vuelve a entrar y abre el sobre que venía con las flores. Mientras todo pasa estoy en shock todo el tiempo, si esto es una broma, no tiene ninguna gracia.

La cara de Porsche es un poema, me mira preocupado y metiende la nota que había dentro del sobre. Una amenaza escrita con trozos de recortes de revistas me dice que me aleje de Vegas.

—Hay que llamar a la policía— me dice mi socio.

—Debe ser algún chiflado, no pienso dejarme asustar— le respondo respirando hondo para tranquilizarme.

—Al menos díselo a Vegas, a lo mejor él sabe quién puede haberte mandado este "regalo"— me pide.

—Hablaré con él más tarde, ahora tenemos trabajo que hacer—le respondo, me niego a darle a ese tipo algún control sobre mi vida. 

—Pete, habla con él, en dos semanas será mi boda y no quiero que un loco psicópata la arruine— me advierte seriamente.

—Lo prometo—le respondo poniendo mi mano en el corazón.

Él parece tranquilizarse y me deja empezar con mi lunes, odio los malditos lunes.


KIM

He pasado parte de la mañana hablando con gente con la que no he tenido contacto desde hace mucho. Quiero saber quiénes eran los dos imbéciles que se atrevieron a acorralar a Chay en el baño de ese bar.

He conseguido saber que hay cámaras en el bar y que el dueño me dejará verlas. No he preguntado cómo lo ha conseguido, porque Copter no es alguien con el que quieras jugar.

Son casi las doce cuando llego al bar en cuestión. Parece un lugar tranquilo, el típico bar donde vas a ligar una típica noche de sábado. Pero tienen cámaras, por lo que deduzco que no es la primera vez que pasan este tipo de cosas por aquí.

Carpe Diem [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora