Gisele, una hermosa y exitosa modelo internacional, se encuentra en la cima de su carrera. Pero detrás de su imagen perfecta, esconde un corazón solitario. Jude Bellingham, un talentoso futbolista con un futuro brillante, se cruza en su camino duran...
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Gisele salió corriendo mientras que Delphine permanecía estática sin saber que decir y con una expresión de confusión y algo de enfado, mientras que aquel hombre sonreía de forma algo extraña mirando hacia la dirección por la cual Gisele había huido.
Sin pensármelo salí corriendo tras ella dejando a aquellos dos atrás. No me importaba si Delphine se enfadaba más, lo de Gisele parecía serio y me preocupaba de verdad.
Al salir la perdí entre la gente lo cual lo hacía todo más difícil ya que sería muy difícil dar con ella.
—¡Gisele! —exclamé entre toda aquella multitud mientras empujaba a la gente caminando hacia la dirección por donde creía que se había marchado.
Por suerte su vestido era fácil de reconocer y su precioso cabello también, así que logré divisarla en una esquina totalmente sola y apartada mientras se apoyaba en la barandilla de la terraza y miraba el cielo.
Por un momento pensé que lo mejor era dejarla sola ya que necesita tiempo para tranquilizarse y muy probablemente no querría hablar del tema, pero estaba demasiado preocupado.
—Gisele... —murmuré con un tono de voz sereno acercándome a ella.
Tras sorber por su nariz y limpiar sus lágrimas rápidamente, se dio la vuelta y sonrió desanimada haciendo una mueca.
—Ven aquí anda. —la envolví entre mis brazos y la abracé con fuerza mientras ella sollozaba levemente en mi pecho escondiendo su rostro en mi cuello. —Tranquila... tranquila. —susurre acariciando su espalda y su cabeza sintiendo como poco a poco se tranquilizaba.
Al separarnos del abrazo limpió sus lágrimas tratando de ocultar el hecho de que estaba llorando. Me sabía muy mal verla así, y me preocupaba.
—¿Estás mejor? —pregunté limpiando una lágrima que caía por su mejilla.
Ella tan solo se limitó a asentir levemente con su cabeza sin hacer contacto visual conmigo, avergonzada de la imagen que estaba enseñando de ella. Lo que ella no sabía es que a mí no me importaba.
—Cuando te sientas con fuerza puedes desahogarte conmigo si quieres... —exclamé acariciando su hombro. —No quiero forzarte a que me lo cuentes, pero comerte el problema tú sola puede ser peor.
Gisele me miró a los ojos y por un momento sentí como si el tiempo se hubiese parado.
—Es solo que... —intentó hablar pero la voz se quebró y las palabras no salían. —Aquel hombre...
