Gisele, una hermosa y exitosa modelo internacional, se encuentra en la cima de su carrera. Pero detrás de su imagen perfecta, esconde un corazón solitario. Jude Bellingham, un talentoso futbolista con un futuro brillante, se cruza en su camino duran...
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Jude y Gisele cumplieron su palabra y decidieron salir a correr aquella mañana para poder quemas todas las calorías que habían ingerido la noche anterior viendo la película. Ambos se tomaban muy en serio su salud y su trabajo.
—No tengo ropa para salir a correr amor, si me pongo tus pantalones se me caerán. —dijo Gisele. —Y dudo que quieras que todo el mundo me vea sin pantalones.
—Ni lo digas, no quiero ni imaginármelo. —exclamó agarrando su rostro con fuerza y besándola. —Si quieres pasamos por tu casa y así te haces tu skincare, tu peinado y te cambias.
—Sabes perfectamente lo que pasa por la mente de una mujer. —dijo riendo mientras jugaba con las manos del moreno. —Eres perfecto.
—Soy un hombre que resuelve. —dijo haciéndole reír.
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—Tu casa también es preciosa. —exclamó Jude al cruzar la puerta. —Te pega mucho el estilo de la decoración.
—Gracias mi amor, mi madre también me ayudó eligiendo. —exclamó riendo.
Gisele se adentró a su cuarto en busca de ropa de deporte mientras Jude seguía sus pasos. El joven observaba su cuarto prestando atención a las fotografías que había. Fotos con su familia, fotos suyas de cuando era pequeña, con sus amigas y con sus mayores ídolos en la industria de la moda.
Mientras observaba las fotos, el jugador no podía evitar sonreír. Era como si verla en aquellos momentos que las fotografías plasmaban hicieran que el también fuera feliz.
—¿Qué foto miras tan sonriente? —preguntó la modelo al ver al jugador con un marco entre sus manos.
—Está de aquí. —se la mostró.
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—Oh fue cuando salimos un año por carnaval, ni siquiera recuerdo bien de qué íbamos disfrazadas, me lo pasé genial. —explicó recogiendo un poco la ropa que había por la habitación.
