Gisele, una hermosa y exitosa modelo internacional, se encuentra en la cima de su carrera. Pero detrás de su imagen perfecta, esconde un corazón solitario. Jude Bellingham, un talentoso futbolista con un futuro brillante, se cruza en su camino duran...
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Llegamos al restaurante donde tenían una sala entera reservada para todo el equipo, ya que habíamos decidido que vendría todo el Real Madrid a cenar, así podría presentarles a Phil y a Gisele.
Al salir del coche volví a extender mi mano para ayudarla a bajar del vehículo.
—Gracias Jude. —dijo son una sonrisa.
—De nada Sra Ferrari. —dije haciéndola reír.
Al entrar al restaurante nos recibieron todos los integrantes del Real Madrid que faltaban y Gisele se llevó especialmente bien con todos.
No podía apartar la mirada de ella mientras hablaba con mis amigos. Siempre tan dulce y amable con todo el mundo pero al mismo tiempo adaptando su personalidad al humor de cada persona. Era imposible que aquella chica te cayese mal. Y no solo no podía apartar la mirada por eso, si no también por su vestido, su pelo, su rostro, su maquillaje... Estaba preciosa.
Todo el mundo le decía lo guapa que estaba y aun que me molestaba un poco que la miraran y halagaran tanto, tenían razón, además de que no tenía razón para molestarme y tampoco sabía porque me pasaba eso.
—Bueno vamos a sentarnos ya, que tengo hambre. —exclamó Valverde.
Todos comenzaron a sentarse en la larga y grande mesa.
Gisele se encontraba al otro lado de la mesa y no sabía muy bien donde sentarse. Estaba algo perdida ya que aún que se llevara bien con todo el mundo, no conocía a absolutamente nadie.
—¿Puedo sentarme ahí? —preguntó señalando la silla vacía que se encontraba a mi lado derecho. —Jude es con el único que me llevo un poco más y me sentiría un poco más cómoda.
Mientras todo esto ocurría yo me encontraba haciendo ver que no prestaba atención y que no escuchaba nada de lo que estaban hablando, pero me había enterado de todo y estaba reteniendo las ganas de sonreír con ternura ante su petición.
—Claro que si preciosa, siéntate donde tú quieras. —le respondió Carvajal sonriendo mientras posaba su mano en la parte baja de su espalda.
¿Porque sentía esos "nervios" extraños cuando otro hombre le decía lo guapa que era o posaban sus manos en su cintura?
Gisele sonrió agradeciéndole con la mirada y caminó hasta sentarse al lado mío con una sonrisa tímida sin decir ni una sola palabra.
—Gisele Ferrari. —dije al verla sentarse al lado mío.
—Jude Bellingham. —exclamó ella de la misma forma que yo haciéndome sonreír.
—¿Qué tal con los chicos? —le pregunté poniéndole un poco de agua en el vaso que acompañaba a al copa para el vino.
