Gisele, una hermosa y exitosa modelo internacional, se encuentra en la cima de su carrera. Pero detrás de su imagen perfecta, esconde un corazón solitario. Jude Bellingham, un talentoso futbolista con un futuro brillante, se cruza en su camino duran...
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Me pareció realmente tierna la manera en la que Jude había sabido llevar la situación y las sonrisas que me había dedicado después. No podía esperar a poder hablar con él después de la entrega de todos los premios.
—¿Te gusta? —la voz de Zlatan interrumpió mis pensamientos.
Me giré para mirarle algo sorprendida por su pregunta y reí levemente ante su estupida pregunta.
—No. —respondí seca segura de lo que decía. —Tan solo me cae bien.
—Mhmm. —asintió sin mirarme, seguro que poco convencido.
Odiaba cuando cosas así pasaban. Era como si no existieran las relaciones amistosas entre un hombre y una mujer. Igualmente no iba a exaltarme ante sus observaciones y acusaciones ya que eso mostraría lo contrario.
—¿Y a ti qué? —le di un leve codazo. —Veo que no apartas la mirada de Shakira.
Zlatan rio intentando no hacer ruido y me dio un codazo de vuelta.
—¿Eres imbecil? —exclamó sin dejar de reír intentando no hacer mucho ruido y contagiándome la risa a mi. —Ni siquiera sabía que estaba aquí.
—Yo que sé, quería devolvértela. —me excusé.
—¡Shhhhh! —exclamó alguien mandándonos callar.
Zlatan y yo dejamos de reírnos de golpe y nos miramos con los ojos bien abiertos para después volver a explotar en risas y escuchar chasquidos de lengua de más personas molestas por nuestras risas.
Esos momentos en los que no puedes reírte siempre son los mejores. Nos sentíamos como si estuviéramos en una clase.
La entrega de los premios por fin acabaron, y aún que suena mal decirlo así, debo decir que fue un alivio, porque Zlatan y yo no éramos muy buenos aguantándonos la risa y no podíamos más. Éramos dos auténticos niños pequeños.
—¿Vendrás a la fiesta que hay después, no? —pregunté agarrando su brazo mientras subíamos unas pequeñas escaleras entre un pequeño pasillo entre las butacas poco a poco despejándose de gente. —He oído por ahí que irá Shakira.
Subí y bajé mis cejas con rapidez haciéndole reír de nuevo contagiándome otra vez la risa. Su risa era realmente contagiosa.
—Deja ya esa estúpida broma. —exclamó riendo. —Y iré, pero solo por ti, se que quieres ir con tu amiguito.
—Ahggg... —rodé los ojos molesta ante sus palabras. —Tu también deberías dejar esa broma imbecil.
