17.- A 10 centímetros de distancia

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25 de Octubre.

Por fin era Lunes, después de esperar tanto para entrar a la escuela por fin había llegado el día. Me levanté temprano pues los Lunes eran importantes y entraba un poco temprano, mientras me arreglaba para irme, escucho que tocan la puerta de mi casa y veo que es mi padre, enseguida le abro la puerta, veo que tiene un pastel en mano y me dí a la idea de que era para Yare.

—¿Está Yare adentro? Necesito entregarle esto —dijo mi padre con emoción.

—Si, aún no se ha ido, adelante ahorita le hablo —respondí y me fuí por Yare.

Rápidamente Yare llega a la cocina y ve lo que nuestro padre llegó acompañado de un pequeño regalo.

—No es mucho pero espero que te guste hija —exclama mi padre y le da un pequeño abrazo a Yare.

—Gracias papá —respondió Yare con una sonrisa en el rostro.

Mientras ellos estaban en su rollo, yo ya tenía lista mi mochila y yo también estaba lista para irme, me les quedé viendo sosteniendo un sonrisa.

—Papá, Yare me tengo que ir, Yare al rato nos vemos, papá nos vemos luego. —me despedí y rápidamente salgo de la casa.

—¡Adiós, con cuidado hija!

Escucho a mi padre decirme y cerré la puerta.

Cuando salí, me dí cuenta que el día estaba completamente gris, que digo gris, estaba blanco. El cielo estaba totalmente blanco, hacía frío y estaba cayendo aguanieve por lo que seguí caminando para alcanzar a Amira. Cuando voy cruzando la segunda cuadra de mi casa veo a lo lejos que viene un chico, me le quedo viendo y lo enfoco y veo que es nada más y nada menos que Ángel, me puse nerviosa al instante pues los dos íbamos solos, él venía y yo iba por lo que era evidente que nos íbamos a encontrar no frente a frente pero si nos topariamos.

Cuando estamos a la par él voltea a verme y yo lo volteo a ver, me sonríe y me saluda con su mano, rápidamente le devuelvo el saludo y seguimos nuestros caminos, me sentía muy emocionada por eso así que caminé rápido para ir a contarle a Amira lo que había pasado.

—¡Amy, Amy adivina a quien me encontré hace ratito! ¡Y me saludó aaaah! —exclamé y le agarré del brazo.

—Ya sé, no me digas, Mmm ¡a Ángel! —respondió Amy.

—¡Siii aaahh! Nos miramos y él me saludó primero, me puse muy nerviosa ja ja ja. —recalqué.

—Aaay Ali, hasta emocionada y todo, como si no se te notara eh. —comentó Amira dándome un pequeño golpe debajo del hombro.

Enseguida llegamos a la escuela, todos iban muy abrigados pues el clima lo amerita.
Sinceramente yo solo iba con un pequeño suéter pues no me gustaba andar toda tapada aunque hiciera frío como era el caso ja ja.
Llegamos a nuestra primera clase que era Orientación, nos dieron una pequeña plática y enseguida acabó la clase, enseguida llega él profesor de la carrera y nos asigna un trabajo algo complicado, era de dividir y fraccionar algunos datos, para mí las matemáticas y todo lo que tenía que ver con números era muy complicado por más que el maestro lo haya explicado varias veces, desde siempre fue así, así que me las tenía que ingeniar sola.

—¡Güeraaa! ¿cómo estás? Ya tiene tiempo que no te veo.

En ese momento estaba mirado hacía mi cuaderno y cuando escucho eso, levanto la mirada para ver y veo a María parada alado mío.

—Ah, hola María ¿cómo estás? —respondí y le acaricie la cabeza.

—Noo güerita, yo te pregunté primero a ti —respondió

Y si en esta vida no fuiste para mí, espero y en la otra lo seas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora