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La casa de Cillian era, indudablemente, bella. Y no era mera coincidencia, creyendo que pasaría el resto de su vida con Violet -criando a Noah juntos- había elegido el espacio perfecto para vivir como una familia. Desde aquel armario diseñado especialmente para Violet, que ahora albergaba los juguetes de Noah, hasta el par de lavamanos del sanitario principal; todo había sido planificado desde el deseo de compartirlo con quien, él pensaba, sería el amor de su vida.

En el vecindario se llegó a comentar sobre el divorcio de los Murphy cuando salió a la luz; se le había dejado de ver de la mano de su mujer o andando por las calles paseando a su pequeño Yorkshire Terrier al atardecer. Aunque nadie sabía muy bien cuáles podían haber sido los motivos de su separación, los rumores no se hicieron esperar después de aquella gran discusión que llevó la relación a las ruinas.

Si de algo se arrepentía casi a diario, era de haber protagonizado esa pelea. No había pasado de un acalorado intercambio de palabras, instigado por la necesidad que Violet tenía por destruir hasta el último ápice de reputación de Cillian. Sin embargo, y por suerte, él se las olió desde tiempo atrás. Con paciencia (sacada de Dios sabe dónde), aprendió a sobrellevar la relación hasta que lo llevó al límite de la locura.

«¡Algún día te vas a arrepentir de haberme dejado ir! ¡¿Qué clase de marido no lucha por su matrimonio?!», aún podía recordar cada palabra dicha aquella noche. Pero su mayor arrepentimiento realmente era no haber dejado ir a esa persona desde que la primera duda se hubo sembrado en su cabeza.

Y entonces Cillian volvió a ver la vida fuera del hoyo donde había estado viviendo por los últimos años. Tenía un hijo por quien luchar, pero también se tenía a sí mismo, y mucho trabajo por hacer para sanar heridas emocionales.

-¿Es un tocadiscos? -preguntó Nina con voz cantarina. Su sonrisa dejando al descubierto sus enormes dientes.

-Y uno de los mejores -dijo Cillian, que se había sacudido los recuerdos al escuchar la voz de su bella visita-. ¿Quieres escuchar algo? Tengo toda una colección de vinilos por acá.

Abrió de par en par la vitrina que guardaba, por lo menos, cuarenta vinilos; cada uno en su respectivo estuche, tan bien cuidados que Nina dudó en tocarlos. No obstante, Cillian la incitó a aventurarse entre ellos.

Nina se arrodilló, cogió uno y lo observó.

-Bob Dylan es el cantante favorito de mi padre -dijo ella, viendo a Cillian desde abajo. Este extendió una mano para que se lo diera y así ponerlo en el tocadiscos.

-Ven, te enseño.

Con la otra mano, ayudó a Nina a levantarse y la guio hasta el reproductor. Procedió a explicarle paso por paso, permitiéndole así colocar el vinilo correctamente. La sonrisa que le surcó el rostro le hizo saber que había hecho un buen trabajo.

Nina comenzó a mover la cabeza al son de la melodía, intercambiando miradas coquetas con Cillian, cuyos dedos jugueteaban dentro de los bolsillos de su pantalón.

AGAPE ⭒ CILLIAN M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora