Ser padre soltero y recién divorciado le complica el trabajo a Cillian. Los llamados al set de grabación de su nueva película exigen su presencia gran parte de su día. Por lo tanto, al no poder dejar a su pequeño de 6 años en casa, se ve obligado a...
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Haber llegado a un acuerdo con Violet abrió una brecha al callejón sin salida en el que Cillian había estado navegando por los últimos meses. Le pareció un milagro , un respiro de aire puro, pues aquellos días ajetreados estaban acabando poco a poco con su cordura. Había logrado (junto con su equipo) escabullir esa última audiencia en su tan apretada agenda.
Entre una entrevista y otra, viajó hasta Seattle y regresó a primera hora del día siguiente. Pese a que Nueva York no era de su agrado, debido a la casi nula tranquilidad que podía encontrar en la ciudad, estaba de tan buen humor que incluso aceptó sacarse fotografías con las personas que aguardaban su llegada fuera de su hotel.
-Tu almuerzo está ya en la habitación. Gachas de avena con frambuesas y dos huevos bañados en salsa de tomate. -Anna, su representante, caminaba a su lado hacia el ascensor mientras repasaba su itinerario en silencio en su celular-. Y recuerda que-
-Desayuna conmigo -dijo Cillian de repente, dejando a Anna a media oración. Lo miró con ojos entornados, arrugando el entrecejo a la par-. Llevo más de dos semanas fuera de casa, comiendo solo en habitaciones de hotel. De no ser porque ayer tuve la oportunidad de ir a Seattle, ver a Noah un momento y volver, creo que me volvería loco en este momento. Así que, apaga tu celular por lo menos una hora y disfrutemos de un desayuno y una buena charla mañanera.
Las puertas del ascensor se abrieron de par en par, seguido de un suave ding. Cillian dejó pasar a Anna y ambos avanzaron hasta su habitación, donde una bandeja repleta de comida los esperaba.
-Eres una persona totalmente diferente ahora, Murphy -dijo Anna, dejando el vaso vacío sobre la bandeja. Estaba sentada al otro lado de la mesa, con las piernas cruzadas y un cigarrillo en la mano. Cillian esbozó una sonrisa-. Tus respuestas ya no son simples monosílabas, pareces disfrutar de las entrevistas, niegas dos de cada diez fotografías y autógrafos. Y míranos ahora mismo, desayunando juntos.
-Creo que todo está avanzando a mi favor finalmente. Eso es todo -replicó Cillian, llevándose el último bocado de fruta a la boca-. El truco estaba en esclarecer las cosas con Violet y llegar a un acuerdo.
Anna le apretó el antebrazo.
-Me alegro por ti. -Le sonrió-. Aunque me parece absurdo que no se lo adjudiques al hecho de que estás enamorado.
Cillian por poco se ahoga con el trozo de frambuesa. Se dio un par de golpes en el pecho al mismo tiempo que tosía. Anna rápidamente le extendió una servilleta con la que se cubrió la boca.
-¿Pero de qué hablas, Anna? -alcanzó a formular una vez que hubo recuperado la respiración.
-Sabes bien a que... más bien, a quien me refiero -dijo Anna. Él no dejó de mirarla expectante-. ¡A Nina! Por dios, Cillian. ¿De verdad crees que no me doy cuenta? Podrás ocultarselo a cualquiera, pero no a mí. Es mi trabajo, ¿lo recuerdas? Saberlo todo de ti.
-No se te pasa nada, ¿cierto? -agregó él, empujando el interior de su mejilla con su lengua. Alzó ambas manos al aire en defensa y agregó-: Me atrapaste.