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Las estrellas resplandecían con un leve temblor en el cielo nocturno cuando las manecillas del reloj marcaron las doce en punto. Nina, tendida en el balcón de su habitación e iluminada por la luz de la luna, se llevó el cigarrillo por última vez a los labios para luego apagarlo con la planta de su zapato.

Había despertado antes del amanecer cuando aporrearon la puerta de su habitación. Sus dos estilistas, Ann y Marie, entraron con maletines llenos de productos costosos que terminarían en su cara. Ni siquiera había tenido tiempo de acabarse el café cuando Kate llegó corriendo para apresurarla y así poder evitar el tráfico matutino de Londres.

Dos semanas era lo acordado con Kate. Sin embargo, había recibido invitaciones para ciertos eventos que la ayudarían a escabullirse en el medio. Con un equipo que ya manejaba sus redes sociales, estaba dirigiéndose por el buen camino. Pero cuando menos se acordó, ya había pasado más de un mes fuera de casa.

Se vio en la penosa necesidad de implorar por un descanso de dos días para ir a Seattle y volver. Había acordado tres días en realidad. Kate se encargó de reacomodar su agenda para que tomara ese respiro y así poder permitirle recargar energía.

Con lo que Nina no contaba era que pasaría otro mes en Europa, muy lejos de los suyos. Lejos de Cillian, por lo que, y asumiendo las consecuencias, escapó un par de días a Nueva York para estar con él antes de partir nuevamente.

—¿Ahora fumas? —preguntó Cillian, que le abrazaba por atrás mientras dejaba un camino de besos desde su hombro hasta su cuello.

—Un poco —respondió ella, torciendo la boca en una mueca de disgusto.

Definitivamente era un mal hábito que dejaría pronto.

—Te entiendo. Yo también lo hago cuando paso largos días fuera de casa. Es agobiante.

Nina sonrió al recordar esa última noche que habían pasado juntos. Un mes después se hallaba sola en aquel balcón, disfrutando de la vista luego de haber pasado por una crisis nerviosa al leer el artículo de un jodido blog de internet que hablaba sobre su "relación secreta y prohibida" con Cillian. La acusaban de rompe hogares e interesada, queriendo treparse en la popularidad del mismo Cillian para encajar en la industria.

—¡Qué disparate! —bramó Nina una vez que ingresó a su habitación, atrayendo la atención de Harriet, que se hallaba tendida en la cama mientras veía UN programa de comedia en la televisión.

—¿Qué?

La chica se despejó la cara, echando su rubia melena hacia atrás y luego se incorporó cuando Nina se detuvo a su lado. Esta ultima se llevó las manos a las caderas mientras leía nuevamente los tabloides que adornaban aquellas revistas que Harriet había comprado en su camino hacia el hotel.

AGAPE ⭒ CILLIAN M.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora