Las Flores de los Vampiros. Capítulo 10. TERMINADA.

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Uno, dos, tres... estoy escondida en
el tejado de casa. Jamás nadie me encontrará aquí, tengo conmigo globos de agua de munición
que empiezo a tirar a mis
hermanos en la cabeza, o en la espalda. Riendo en silencio,
me tapo la boca y sigo resguardada
en mi refugio.

Nadie sabe cómo se puede subir, lo que no saben es que cuando nos mudamos siendo pequeños, encontré un pasadizo en un rincón de mi cuarto que accedía hasta el tejado. Seguramente lo utilizaban antiguamente los criados de la casa,
porque no será una mansión, pero estoy segura de que diminuta no es y tenemos un jardín privado para nosotros.

—¡Everyyyyll! —grita Garret, tocándose el cuello empapado de agua.

—Como te atrapemos acabas
hatada a un árbol —advierte
Ethan, farfullando y respirando
con dificultad —. Ya soy viejo para estas cosas.

—Lo que hace uno por su
hermana pequeña —constata
Atwood, apoyando una mano en
el hombro de Ethan y riendo jocoso
—. ¿Everyll?

De nuevo globo que aterriza en Hirsch.

—¡Maldita sea! Yo soy de cocinar, no correr.

Es de noche y mamá está preparando la cena, mientras tanto, nosotros aprovechamos y somos niños de nuevo. Son mis víctimas y estoy lista para el grito de victoria, cuando unas manos tiran de mí hacia atrás y sobresaltada, me giro a Christian sin entender nada. Me ha delatado y mis hermanos han descubierto mi secreto.

El corazón me late deprisa, necesito aire y me muerdo el labio inferior anonadada.

Todo mi mundo se detiene y sus ojos verdes y preciosos, se centran en los míos llenando mi noche de luz, un calor vivo y afrodisíaco recorre mi cuerpo hasta hacer que me tiemblen las piernas.

Trago saliva nerviosa y zarandeo la cabeza, haciendo un esfuerzo enorme por salir del trance que Christian me provoca cada vez que me toca, o que su cuerpo se arrima al mío.

—¿Christian? —susurro suspirando.

—¡Ahí estás! ¡Pequeña traviesa! —articula Garret azorado, y entrando en el interior de casa a toda máquina, entre tanto, mis hermanos nos estudian minuciosamente y sopesando sobre el intruso.

Christian sonríe perverso y me coge, para llevarme hasta Garret que se cruza de brazos atónito. Silencio, silencio, silencio... pero cuando
sus sonrisas cómplices se muestran
en armonia, me comunican el problema en el que estoy metida.

—¡Christian! ¡Suelta! —amenazo malhumorada.

—¡Ah! ¿Su novio? —supone mi hermano burlón.

—Sí —afirma Christian, conmovido.

—Encantado de conocerte.

—Igualmente.

Los observo pasmada y boquiabierta.

Para matarme... ¡Maldita sea! ¡Se llevan bien!

Chocan sus manos y después de hacer sus presentaciones, se giran hacia mí sonriendo malévolamente.
Christian me empuja hacia mi hermano, quien me agarra y entre los dos y forcejeando con ellos, logran bajarme hasta el comedor donde con palabrotas me desahogo.

Pataleo, chillo y maldigo, nada funciona en cuanto a chantaje emocional con mis hermanos, que hablan animados con Christian y me llevan hasta un árbol cercano.

Ethan vuelve ha reír y aprieta la cuerda disfrutando complacido.

—¿Qué tal esto? —propone Cayden,
mostrando un calcetín para taparme
la boca y cuando lo hace, no saben
la venganza que les espera, sobre
todo, a Christian.

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