Las Flores de los Vampiros. Capítulo 28. TERMINADA.

30 5 0
                                    

Cuando vuelvo de la habitación Christian está en la terraza con una copa de vino respirando agitado. No se gira ni siquiera para verme, no me dirije la palabra, y me quedo de pie en la entrada confundida.

Suelto mis cosas y me voy a la ducha.

Me duele la cabeza y sé que me está
leyendo la mente, escucho un
portazo y se va para no volver
en toda la noche.

Cuando vuelve es casi el amanecer, y noto que se acuesta a mi lado, pero no hace intento de tocarme, ni una caricia ni siquiera una palabra de consuelo.

Me muerdo el labio, no quiero llorar... No soporto esto, no es la luna de miel que deseaba.

Me levanto de golpe y enciendo la 
luz cabreada, dando un puñetazo 
a la almohada.

—¡Basta! —gruño furiosa.

Se levanta rebotado y fija sus verdes
ojos en los míos sorprendido.

—¡¿Qué demonios te ocurre?!—espeta
frustrado.

—¿Es así como quieres
que terminemos la luna
de miel? —expongo alarmada.

—¿Qué quieres que haga? ¿Hablar 
y joder el asunto más? —estalla con
un bramido.

—¡Serás vampiro, pero eres igual 
de soso que todos los hombres! —
reprocho enfadada y con impotencia.

—¿Y tú? ¡Me vas ha volver loco! —
grita estresado, revolviéndose el 
cabello agitado —. Primero que no
te quiero, luego que no quiero que
seas inmortal, ahora hijos...

—¡Sí, Christian, sí! —respondo, 
apretando los puños indignada —. 
¡Se trata de comunicación, esperanza, 
sueños y futuro de una relación! 

—¡¿Te piensas que para mí
es fácil?! —repercute en su
defensa —. Pero no te agobio
con mis miedos, joder.

—No me molesta ser cómplice de 
tus miedos Christian... —susurro,
con un nudo en la garganta.

—Ni a mí tampoco —admite, 
en un murmuro y con la cabeza
agachada y rendido.

—La luna de miel no es sólo
para hacer el amor —indico,
más tranquila y menos nerviosa.

—Lo sé... —confiesa, mientras su
mirada se torna tierna.

Me pongo ha llorar sin aguantar más
esta presión y noto que me rodean
unos brazos acogedores, que hacen
que comience ha llorar más todavía.
Nos quedamos abrazados hasta que
mis lágrimas cesan, y él, finaliza la 
pelea con un beso lleno de devoción.

Le correspondo al beso entrando en
calor y mi cuerpo siente un cosquilleo
irresistible, que reclama con furia todo él. Nuestras lenguas juegan dentro de nuestras bocas, luego su lengua se desliza por mi cuello, me quita el pijama y la ropa interior, después se quita su pijama, y acabamos observando nuestros
cuerpos desnudos.

Vuelve ha acercarse a mí y engancha
uno de mis pezones con su boca, para
morderlo, pellizcarlo y chuparlo, luego va al otro y hace el mismo gesto, se me escapa un gemido y me agarro a su cuello.

—Di mi nombre —ordena, demandante.

—Christian... —susurro, excitada.

—Quiero follarte —admite con énfasis.

—Fóllame.

Se va al armario y de ahí saca un cinturón de uno de sus vaqueros, me coge por las muñecas y me obliga a ponerme a cuatro patas sobre el borde de la cama, me agarro al
borde y dejo que me de azotes con el cinturón, lo bese y lama hasta que queda satisfecho y yo con un temblor de cuerpo, que no aguanto más la tensión sexual quenme desborda.

Las Flores de los VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora