Las flores de los Vampiros. Capítulo 12. TERMINADA

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Salgo al exterior aún soñolienta y con una resaca emocional enorme, ahora mismo estoy entre un mundo real y ficticio. Me puse un vestido grisáceo de lana y unas botas, que habían en un sillón de terciopelo verde.

Los amigos de Christian están desayunando y me alientan a reunirme con ellos, niego sonrojada
y sigo rodeando la nave, hasta
que diviso a Christian en el último piso y al volante.

Me muerdo el labio inferior confundida porque todavía es de noche, o es que he dormido yo
demasiado. Respirando con
dificultad, subo las escaleras
hasta arriba del todo y rodeo
su cintura con mis brazos por
detrás.

—¿Qué hora es? —pregunto atolondrada.

—Has dormido un día entero —comunica sonriendo perverso.

Ahogo una exclamación sobresaltada
y ruedo los ojos atónita separándome
de él, quien le da a un botón en concreto y suelta el volante, para cogerme de las manos y besarme.

—Buenos días —bromea.

—¿Qué me ha pasado?

—Los vampiros incitamos a que
un humano duerma hasta la noche siguiente —me explica pidiendo disculpas —. Es un escudo de protección y no podemos evitarlo, para que la luz del sol no nos pille desprevenidos en caso de que un mortal despierte antes de lo debido, ¿comprendes?

—¿Es como una droga?

—Más o menos —afirma, arqueando
las cejas inquieto y desviando la
mirada atormentado —. Lo siento.

—No pasa nada —digo sonriendo —.
Es un veneno exquisito, no es que
me haya matado —agrego sarcástica.
Christian ríe y vuelve ha besarme.

—¿Y por qué no siempre ha funcionado conmigo? —sugiero sorprendida.

—Eres difícil de dormir -halaga
con mofa —. ¿Has desayunado? —pregunta, mordiendo mis labios tentador y de forma muy sexy.

—No.

El estómago me ruge y Christian vuelve a reír burlón, tira de mí y bajamos a desayunar con sus amigos. Hay dos mujeres exuberantes, una de cabello rosa llamativo y la segunda con un tono de piel bronceado perfecto.

Saludo tímidamente y nos sentamos para comer.

Cuando acabo satisfecha con la comida, llegamos al puerto, y de súbdito, me remuevo en mi asiento observando el lugar dónde tenía
que estar el capitán manejando.

—Hay un humano que se encarga
de ello —avisa Christian pacífico —. ¿Cómo crees sino que este barco ha seguido navegando de día?

El corazón se me va a salir del pecho con tanto susto estando con ellos, más relajada termino de beber mi zumo y llegamos de nuevo a la ciudad de la eterna noche, donde la gente camina hacia sus trabajos de nuevo con prisas y malhumorados.

Nos despedimos de los amigos de él y volvemos ha casa. Durante el trayecto no hablamos siquiera, estamos tan cansados que no tenemos cabeza para más. Mi amiga Ada me espera en la
puerta alarmada y corre a mis brazos.

—¡¿Dónde cojones has estado?! —cuestiona alarmada, examinando cada parte de mí con el ceño fruncido.

—Ada, estoy bien —seguro con inclemencia.

Ella farfulla y se vuelve a Chirstian cabreada.

—Os dejo a solas —añade jocoso, alejándose sin contradecirla y dando tregua.

—¡¿Se va sin más?! —sisea impotente.

—Sí

—¡Será gilipollas! —insulta ofendida.

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