Capitulo 5: Fingiamo una relazione

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5. Finjamos una relación.

Emiliano

El café en mi garganta fue como ambrosía para mi cuerpo. Tomé otro sorbo y un ruido sordo se asentó en mis oídos.

Levanté un poco la vista y apreté los labios, intentando no reír.

Alana tenía su cabello negro desarreglado, producto de su caída. Llevaba un pijama que podría hacerse pasar por alguno del abuelo.

—A ti te tienen que cuidar todo el tiempo, ¿eh?

Viró sus ojos marrones para luego dedicarme una mirada de muerte.

—Ya estoy lo suficientemente grande como para hacerlo por mí misma.

Enarqué una ceja.

—¿Sí?—asintió— No lo parece.

Se acercó y levantó su mano para pegarme pero la detuve.

—Esa no es una bienvenida, piccola ragazza—Dije y le hice cosquillas, haciéndola retorcerse.

Se soltó de mi agarre y me echó las manos al cuello, dejando un pequeño beso en mi mejilla.

—La bienvenida me la tendrías que dar tú, nuotatore.

—Ajá.

Me asestó un golpe en el hombro, sin soltarme.

—Debiste quedarte en Italia—Acoté y me soltó para mirarme frunciendo el ceño.

—No quise dejarte solo.

—Y yo quiero que hagas tu vida, sin estar persiguiéndome.

Se sentó a mi derecha, ignorándome.

—Por eso espero que continúes con tus estudios aquí.

Sonrió y se levantó para abrazarme. La detuve poniendo una mano al frente.

Giró los ojos, sin quitar su sonrisita.

Comenzó a comer su desayuno. Fue una suerte que la mansión estuviera amoblada para su llegada.

—De todas formas me alegra verlo, señorito Paccione.

Reprimí la risa que estaba por salir de mis labios.

—También es un gusto verla, señorita Paccione.

§

La escuché a medias, lo único que quería era romper algo.

—Te dije que no la quería metida en esto.

No fue algo planeado—repitió por el aparato—. Tu hermana es impredecible. Hasta tus padres la instaron para no ir, pero ya es mayor de edad.

—No…—me corté abruptamente.

Da igual—dijo—. Nadie arruinará los planes y si alguien lo haceBueno, ese eres tú. Está en tus manos, Emiliano. No lo arruines.

Bufé y cortó la llamada.

Como si pudiera arruinar algo. Yo no era de los que cometían errores y por supuesto, ese tema no se saldría de mis manos.

Caminé hacía la puerta de la empresa. Era demasiado temprano para llegar, pero necesitaba unos documentos.

Tomé el ascensor hasta la última planta e ingresé a la oficina de Alesha.

Al parecer, no era tan temprano para todos. Alesha levantó su vista hacía mí. Tenía los ojos hinchados, lo que demostraba que estuvo llorando.

Su blazer color malva ejecutivo estaba colgado en su silla. Se enderezó para enfrentarme.

Venenosa Adicción [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora