55. Maestra del arte.
Alesha
Cuando uno se va, otro llega. Bueno, ese dicho, quizás era cierto.
Una persona podría llegar a perderse, cuando buscaba encontrarse, pero al final, siempre encontraba el camino devuelta.
Siempre fui de esas personas que creían que tendría un final feliz. Así como en los cuentos.
Pensé que acabaría con el novio que de casi toda mi vida, Marco, pero luego traicionó mi confianza. E incluso él, era feliz ahora.
Creía que compartiría muchos momentos más con mi mejor amigo, mi hermano. Que nuestra amistad perduraría con el pasar de los años, pero su vida le fue arrancada.
Por eso, cuando Adéle confesó estar embarazada, me sorprendí, pero también me alegré. Reviví ese momento en el cuál me había enterado que iba a tener un bebé del amor del cuál me había separado.
Pero Adéle no era yo, ella había perdido a Ángelo para siempre y tendría a alguien por el cuál superar esa perdida.
¿Yo?
Yo no tenía nada. Porque lo perdí a él.
Por culpa de la venganza.
Pero si ella me había arrancado lo que más quería, yo podía hacerle lo mismo.
El engaño fue su arte. El único arte que supo manejar.
Pero, ¿mi arte? Era magnifico. Yo si era una artista.
Pintaría su vida en sangre, moriría ahogada por su propia venganza.
Fue esclava de la soledad, aunque ahora mismo no estuviera sola del todo.
Vivió infértil de sentimientos. Y, contrario a lo que pensé en un momento, no estaba seca del todo.
Porque su vientre llevaba vida ahora. Vida que le sería arrancada como me lo hizo a mi.
Vaya sorpresa me lleve al saberlo. Al parecer, André no sólo fue su cómplice, también se acostaron.
¿Quién lo diría? E incluso ella pensando que era infértil.
No sería gentil, no con todo lo que pasé por su culpa.
Observé desde el vidrio polarizado su aspecto. Ya habían pasado dos días y ella, apenas había comido.
Pensó que la envenenaría. La idiota.
Obvio que lo haría, ¿no dicen que las víboras son venenosas?
Vi como la víbora se arrastraba hacía ella. La víbora de Gabón era demasiado peligrosa para las personas embarazadas.
Observé como la dulce Jeanne se retorcía en silla y gritaba:
—¡Se qué me escuchas, perra! ¡¿Una víbora, enserio?!
Ay, pobre mujer. No podría ser menos patética.
Hizo una mueca cuando la víbora mordió su pierna y luego ésta siguió su camino.
§
Era exquisita. La venganza era exquisita y más aún cuando todo volvía.
Era como el karma divino.
Sonreí sin poder evitarlo, todavía mi corazón dolía y después de esto, esperaba tener una razón para seguir.
Cuando entré, pude ver que su aspecto difería como cuando intentó que me suicidara.
Sus labios estaban entreabiertos. El sudor le recorría la cara y de las comisuras de sus labios se veía el resto de su vomito.
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Venenosa Adicción [+18]
RomanceUn baile de máscaras. Allí comenzó todo. Alesha podía poseerlo todo, pero así como lo obtuvo... Lo podría perder. Emiliano siempre obtuvo lo que quiso, sin dimensionar hasta dónde tuvo que llegar para tenerlo. Ambos se meten en un juego, dónde las...