Capitulo 51: Scoperte inevitabili

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51. Descubrimientos inevitables.

Emiliano

Estaba intranquilo. Demasiado.

Alesha había intentado suicidarse.

Casi. Se. Muere.

Maldita sea.

No la protegí, no lo suficiente. Y estaba asustado

Jodidamente asustado.

¿Qué tal si lo intentaba cuando yo no estaba? ¿O en un descuido?

No podía estar pegado a ella como una garrapata.

Ella tenía sus cosas, yo las mías y aún así, no quería dejarla sola.

Alonzo estaba arreglando el escándalo. Maldigo la hora en que nací de esa mujer.

Le había comentado algo a mi hermana de lo que pasó.

Ahora ella estaba observando como mi mujer acunaba a su hijo.

Su mano estaba vendada, un poco. Por suerte, no se cortó muy profundo.

Sabía que mi sobrino la distraería. Porque necesitaba hacer algo y cuando lo hiciera, se lo diría.

Tomé las llaves de mi auto y me acerqué a ellas.

Alesha parecía contenta de sostener a Matteo, tenía un brillo en los ojos.

Quería que permaneciera.

—Tengo que irme.

Ella se giró y me miró con desconfianza, joder.

—¿A dónde?—inquirió mi hermana, mientras le sonreía a su hijo.

—Necesito unos documentos y Gael irá conmigo.

Alesha le devolvió Matteo a su madre.

—¿A estás horas? ¿Qué documentos?

Tomé su mano y hice que me siguiera hacía el pasillo.

—Necesito que confíes en mi, lo arreglaré—ella dudó—. Alesha…

El tema de la confianza era costoso.

—Confío en ti—dijo contundente—. Pero, tengo miedo.

Fruncí el ceño.

—Miedo a perderte, porque de ser así, yo de verdad, no lo soportaría…

—No me perderás. Iré por esos documentos y lo lograremos.

Asintió, dejándome marchar.

§

Podrían haber hecho algo con la propiedad, pero no tenían que buscar ninguna prueba.

Porque para ellos, la culpable había muerto.

Realmente esperaba que estuviera aquí.

La puerta se abrió y Gael no perdió el tiempo en hacer un gesto de victoria.

Las cámaras habían sido desactivadas, pero, esto se llamaba allanar propiedad privada. O, en todo caso, robo.

Moví mi linterna, abrí cajones pero no estaba lo que precisaba.

—Lo tengo—murmuró Gael.

Estaba en lo que se suponía era la oficina de Ángelo.

Me acerqué. Él sacó de un cajón una bolsa ziploc pequeña, con un pendrive dentro.

Venenosa Adicción [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora