Venenosa Adicción [+18]

Capitulo 53: Faccia a faccia

53. Cara a cara.

Alesha

Cuando Emiliano me confesó lo que la persona frente a mi había hecho, tuve una pequeña crisis.

Era mucho para procesar. Pero el resultado estaba allí.

Se mostraron todas las cartas.

—Para ser una persona que supo mover sus fichas, es raro que estés aquí.

Permaneció sentada, ya la máscara de la perra dulce se había ido.

—No todo puede salir bien. Como cuando planeas cuando decirle al padre de tu bebé que estás embarazada y, pum, lo pierdes.

Su sonrisa se pudo ver detrás de los barrotes y apreté los dientes.

Ese bebé que perdí, siempre será una parte dolorosa en mi pasado.

Y el saber que ella estuvo detrás de esa perdida…

Ella estuvo detrás de todo mi sufrimiento.

No le daría el gusto de afectarme. No. Le. Voy. A. Dar. El. Gusto.

—No tanto como el saber que siempre estarás vacía, ¿no?. Que tú, nunca pudiste, ni podrás fecundar vida.

Se levantó y caminó hacía mi con ira.

—Mientras yo viva, tú estarás más vacía que yo.

Sonreí.

—Entonces es una lástima que no lo estarás por mucho tiempo.

Me miró mal.

—¿Dolió no?—inquirió tranquila— Todo lo que sufriste fue gracias a mi.

Enarqué ambas cejas.

—¿Y qué te dolió a ti, eh?—cuestioné, mirandome las uñas— Ah, ya sé, que yo siempre fui mejor que tú, ¿cómo dijiste que te llamabas?

Apretó los barrotes.

—¿Crees que todo acabó? Tendrás que mirar siempre a tu espalda, nunca serás feliz del todo.

Me acerqué y la miré fijo.

—Mejor nos quedamos en que yo seré feliz y tú, por mucho que lo intentes, no lo harás. Oh, pero, ¿quién sería feliz aquí?

Y salí de allí, escuchando sus gritos. Tragué el nudo en mi garganta.

Encontré a Emiliano parado, esperándome. Le había dicho que tenía que entrar sola e insistió en acompañarme, varias veces, ero era algo que tenía que hacer por mi misma.

Olivia Fardo no me destruiría, no.

Ella no era nadie.

Me tendió una mano y la tomé.

—¿Se acabó?

Negué con la cabeza. Ella tenía razón, estaría mirando detrás de mi un tiempo.

Hasta que por fin se acabe.

Porque estar en la cárcel no sería su castigo. No, sería la muerte.

Luego de sufrir, claro.

—No lo creo. ¿Estarás conmigo?

—Siempre.

§

Emiliano