Capítulo 30: La masacre del edificio Strauss.

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Capítulo 30

La masacre del edificio Strauss.


Nixie.

La luz roja de emergencia no hace mucho para dejarme ver con claridad en la escaleras y mi deshidratación no me permite ir más rápido. Cuando llego a la baja, me detengo en la puerta y empuño mi arma con fuerza. Al otro lado hay movimiento, gritos y desesperación. No estoy segura de que sea por mí o por alguna otra cosa, aunque es más probable la segunda opción. De ser por mí, ya habrían venido corriendo abajo.

Tomo una respiración profunda y lanzo una oración al cielo, esperando salir de esta.

Abro la puerta con cuidado y salgo al pasillo. Uno de los hombres de mi esposo corre frente a mí y se detiene luego de darme una segunda mirada. Le disparo antes de que sepa lo que está pasando y corro hacia la salida más cercana.

—¡La señora se escapó! —grita alguien detrás de mí y me preparo para el combate.

O salgo de aquí o muero, pero a ese sótano no voy a volver.

Una bala pasa zumbando a mi lado y me agacho. Supongo que ya no necesitan entregarme viva, solo entregarme. Miro sobre mi hombro, son tres hombres los que me siguen, están a varios metros detrás y la oscuridad no les permite disparar con certeza.

Continúo corriendo y giro solo para darle a uno de ellos. No le doy en un lugar mortal, pero al menos cae al suelo y grita, pidiendo refuerzos. Mi corazón golpea contra mi pecho, tratando de escapar de mi cuerpo, y las sienes me laten adoloridas con cada bombeada de sangre en mi cuerpo. No voy a resistir mucho más, necesito llegar a la salida y poner distancia entre ellos y yo.

Cruzo al final de un pasillo y choco con alguien, cayendo al suelo. Levanto el arma sin detenerme a pensar y le doy en la pierna. El hombre grita y es cuando noto quién es.

—¡Perra! —gruñe, sosteniendo el costado de su tórax, donde acabo de dispararle—. Voy a matarte, maldita.

Sonríe, mostrando los dientes.

—Quiero verte intentarlo, Boris.

Me levanto, escapando por poco de los otros que vienen detrás de mí. Una bala golpea la pared a mi lado, esparciendo polvo sobre mí y provocando que me ahogue. Sin embargo, no me detengo.

—¡Deténganla! —ruge Boris, sonando alejado.

Él no me está siguiendo, le he herido bastante gravemente si se ha quedado atrás.

En el próximo cruce, suspiro de alivio al saber que estoy cerca de la salida de servicio, pero unos brazos me atrapan nada más entrar al pasillo. Pataleo, intentando quitarme de encima las manos de quién sea que me esté reteniendo.

—¿Nixie?

Me detengo, alzando la mirada.

Debo estar alucinando o todavía estoy dormida y esto es producto de mi imaginación, porque estoy en brazos de Matteo Martinelli.

No alcanzo a decir nada cuando retrocede conmigo y los hombres que están con él disparan contra los que me siguen.

—Matteo —susurro, creyendo estar viendo cosas—. ¿Eres real?

Él sonríe.

—Lo soy. —Mira detrás de su hombro—. La tengo, hermano.

Me alzo todo lo que puedo y mi respiración se detiene.

Evil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora