Capítulo 18: En la mente del monstruo.

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Capítulo 18

En la mente del monstruo.


Aleksander Hoxhaj.

Cierro los ojos, imaginando que es ella mientras una chica cualquiera con un aspecto parecido al de mi reina tiene sus labios envueltos alrededor de mi polla. La chica no es ni la mitad de buena que ella, nadie nunca será tan buena como ella, pero ahora solo puedo recordarla mientras otra me toca.

No sé cuántas veces he evocado los recuerdos de ella mientras me masturbo o follo a otra mujer. He perdido la cuenta de las veces que digo su nombre cuando me vengo y no me hace sentir ni un gramo de remordimiento la cara que ponen esas tantas mujeres de las que nunca recuerdo ni cómo se llaman.

Me desespera la lentitud de la chica y tomo su cabeza, inmovilizándola para empezar a moverme dentro y fuera de su boca a la velocidad que quiero. Es otra cosa a la que ninguna puede compararse con mi reina, ella sabía exactamente lo que me gusta y cómo me gastaba.

Abro los ojos unos segundos y la imagen de ella se forma frente a mí, tan vívida que solo eso me lleva al borde y me derramo en la garganta de la chica desconocida.

La suelto y me subo los pantalones, los toques en la puerta esfumando la imagen de mi reina.

—Fuera —gruño a la chica y ella se levanta rápido y prácticamente corre fuera de la habitación, mi mano derecha entrando un segundo después.

—Señor, acaba de llegar un mensaje de parte de los alemanes.

La curiosidad, así como mis alarmas mentales, se encienden. Camino hacia él y me cruzo de brazos.

—¿Qué mensaje? —exijo—. ¿Y quién lo envía?

—Vincens Strauss —declara y mi curiosidad aumenta—. Quiere reunirse con usted en los próximos días.

Vincens Strauss, el hombre que cree que me ha robado a mi reina.

Cuando supe que Nixie se había casado con el tipo que había matado a su familia ‒lo sabía desde hace mucho tiempo, pero nunca se lo dije‒, quise quemar el mundo entero, robarla de los brazos de ese imbécil y regresarla a mi lado, donde pertenece. En lugar de ello, tracé un plan para recuperarla, uno con el que tuve que hacer acopio de toda la paciencia posible. Han pasado varios años, pero sigo esperando.

Un día voy a matar a ese desgraciado de Strauss y me voy a robar su imperio, con eso voy a tener a Nixie a mis pies.

—¿Dijo el motivo?

Camino de regreso y me dejo caer en el sofá en el que hace un momento estaba follando la boca de la chica desconocida.

—Negocios.

Eso me atrae, no solo porque significa cercanía con la obsesión más grande que he tenido en toda mi vida, sino también acceso a las armas de los rusos. Es de dominio público entre la gente como nosotros que Strauss es el único contacto con el gran proveedor de armas rusas, actualmente las mejores del mercado. Sería bueno para mí hacer negocios con él.

Aunque su reciente asociación con los italianos me tiene los pelos de punta. Es bien sabido que Martinelli me lleva delantera en hombres, terrenos y contactos.

¿Y si esta reciente necesidad de Strauss por hacer negocios conmigo es una estrategia de ambos para hundirme?

Sin embargo, no soy conocido por tener miedo. Si esto es una trampa, les devolveré el golpe más fuerte de lo que podrán darme a mí.

Y luego me robaré a mi reina, la traeré de regreso a su reino y esta vez no la dejaré ir.

—Dile que ponga día, hora y lugar, y allí estaré.

Las facciones de Armand, mi mano derecha, se vuelven desconfianza pura, y lo entiendo. No soy de meterme en problemas. Lo que él no sabe es que tengo dobles intenciones.

—Señor, es mi deber aconsejarle que lo piense mejor, sabe que es extraño que Strauss quiera verlo luego de lo que le dijo a Martinelli ese día.

Lo sé, lo tengo claro, pero necesito hacer esto. Strauss no es tonto y algo quiere sacar de esto.

O simplemente Martinelli se fue de la lengua con el comentario que hice de Nixie y pretende hacerme pagar por ello.

O tiene curiosidad, también derivada de lo que le dije a Martinelli.

Todas las posibilidades son fuertes, tendré que averiguar cuál de mis teorías es cierta.

Y todo sea por ver a mi reina de nuevo.

Cuando conocí a Nixie fui consciente de que era la criatura más hermosa que ha pisado la tierra. Era pícara y alegre, y con un toque de inocencia que quería borrar de ella. Y lo hice, me esforcé en moldearla sin pensar en que un día me devolvería el golpe.

Miento, sí que lo pensé, y siendo honesto, esos pensamientos me excitaban. La quería malvada, que sus acciones más temibles no le quitaran el sueño. Cuando eso sucedió, estaba seguro de que gobernaríamos como los dos seres más siniestros que había pisado la tierra. Pero ella tenía otros planes. Me mintió, me hizo creer que estaba feliz conmigo, que mis acciones ya no le molestaban.

Luego me clavó en la pared de nuestra habitación con un sable samurái que tenía adornando la pared.

Ese día me di cuenta del alcance que ella tenía, y fui feliz, incluso si se fue de mi lado.

No me preocupa, ella volverá. Somos iguales, y aunque nuestra unión sería como una explosión nuclear, es algo que tiene que suceder.

Y no me importa a quién me tenga que llevar por delante para lograrlo. 

Evil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora