Capítulo 28: Un atisbo de libertad.

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Capítulo 28

Un atisbo de libertad.


Nixie.

Hay paz cuando se acepta de buena gana a la locura. No sé en qué momento llegué a esa conclusión ni cuando dejé entrar por completo a la peor parte de mí, pero me despierto en medio de la noche con una resolución: no puedo seguir escapando de mi destino.

No sé qué hora es, pero asumo que es tarde porque no hay nadie cerca, solo el guardia que vigila mi puerta. Por eso cuando Vincens entra sin nadie pisando sus talones me sorprendo. Se queda en la puerta, mirándome con lo que creo es lástima. El muy idiota se cree que puede compadecerse de mí.

Ojalá su final sea tan macabro como lo he imaginado. Si no se lo doy yo espero que Mario sea muy creativo al respecto.

—He estado pensando en nuestra relación durante muchos días —es lo primero que dice y me toma un poco por sorpresa—. ¿Alguna vez creíste que sería diferente?

Ah, Vincens no es tan despiadado como hace creer, esta situación está empezando a hacer mella en él.

—Estaba enamorada de ti —admito con la voz hecha un desastre, flaquea y se hace ronca a causa de los gritos que me he visto obligada a dar—. Creí que eras mi príncipe prometido, el hombre borraría todas las atrocidades que Aleksander.

Hay un leve estremecimiento en su cuerpo, uno que creo haber imaginado porque no deja ver ni un poco de remordimiento.

—Y supongo que descubrir lo que mi familia le hizo a tus padres fue lo que cambió tus sentimientos.

—Estás en lo correcto.

Cierra el espacio restante entre nosotros y se agacha, ahora lo miro desde arriba.

—¿No has pensado en lo que podría haber sido? —Su pregunta no es lo que esperaba y mis instintos me advierten de que es una trampa—. Habrías sido una excelente reina, Nixie.

Trago saliva, un movimiento casi imposible. Mi boca está seca y mi saliva es escasa.

—¿Qué sentido tiene pensar en las cosas que podrían haber sido, Vincens? —refuto, exhausta. Quiero dormir por el resto de mi vida, de ser posible—. Ya no hay vuelta atrás.

Extiende su mano hasta mi mejilla y acaricia mi pómulo con el pulgar, mirándome a los con anhelo. O es un buen actor o lo que está diciendo y haciendo es real.

No confío, sin embargo. Nunca lo haré.

—¿Y si la hay?

Río, negando con la cabeza.

—¿Quieres saber mi opinión? —Asiente, continuando con su caricia en mi cara—. Nunca habríamos funcionado. Tu tipo de mujer es sumisa, que no hable, por eso eras feliz con la versión de mí con la que viviste por años. No quieres una mujer que sea más inteligente que tú porque la verías como una amenaza, no como una igual. Y no soy sumisa, Vincens. Soy todo lo contrario. —Deja caer su mano, frunciendo el ceño—. Soy una mujer despiadada, he matado gente y duermo tranquila por las noches. He estafado, engañado y mentido, y soy feliz con mis decisiones hasta ahora, y tú no soportarías a alguien así a tu lado porque te generaría temor. Quieres a mujeres que sean como tus secretarias, manipulables y desechables. No quieres enamorarte, ya lo dijiste una vez, y para estar conmigo tienes que estar loco de amor por mí y yo de ti. —Me detengo a por aire sin despegar mi mirada de la suya—. No somos compatibles, nuestro matrimonio siendo llevado por sentimientos reales no habría durado ni un mes, y lo sabes.

Evil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora