Capítulo 25: El miedo te ha mirado a la cara.

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Capítulo 25

El miedo te ha mirado a la cara.


Mario.

Estoy empezando a sentir lo que es la desesperación, un sentimiento del que no me he acostumbrado. La desesperación mayormente viene por una situación que se sale de tus manos, y eso es justo lo que me está ocurriendo; han pasado siete días desde que vi a Nixie y no he tenido noticias suyas desde entonces. Varias veces he estado a punto de incendiar el maldito edificio Strauss y exigirle a ese maldito que se hace llamar su marido que me diga dónde está.

Pero no es un movimiento inteligente. Nixie puede estar gestando su propio plan y puedo acabar arruinando todo. Eso no me hace más feliz, sin embargo. Si ella está actuando sola, ¿dónde me deja a mí en todo esto? Sé que es una chica autosuficiente y que puede con todo, pero quiero estar ahí, a su lado, mientras reclama lo que es suyo.

—Da terror la cara que tienes ahora.

Alzo la vista para ver a mi hermano entrar a la habitación, se deja caer sin ceremonia alguna en el sillón frente a mí y entrelaza sus dedos sobre su estómago.

—¿Has escuchado algo?

Suelta una exhalación y niega.

—No, nadie tiene nada qué decir al respecto. —Doy un golpe en el escritorio, haciendo que cada cosa sobre este salte. Matteo ni se inmuta—. Hay algo sospechoso en todo esto que no quería decirte.

Lo miro, frunciendo el ceño.

—¿Qué?

Lo veo tomar una respiración e inclinarse hacia adelante, y toda su actitud me inquieta.

—Su hombre de confianza, Raffaello, tampoco ha sido visto, y sé de muy buena fuente que le gusta frecuentar a cierta dama en los barrios bajos.

—¿Has hablado con ella?

Matteo asiente.

—Sí, y fue difícil sacarle información, creo que le tiene un poco de aprecio al tipo.

Espero que continúe, pero él no lo hace. Se entretiene quitando una pelusa de su traje, una pelusa que estoy seguro de que no existe.

—¿Qué dijo?

Suelta el aire, parece repentinamente cansado y me pregunto si lo he sometido a mucho trabajo durante los últimos días.

—Lo que ya sabíamos, que no lo ha visto ni sabido de él durante la última semana, y parecía realmente contrariada por ello porque tienen un horario que él sigue al pie de la letra.

Cierro los, maldiciendo en voz baja. Si no se ha visto a Raffaello esto es peor de lo que imaginé.

—Debo encontrarla, saber qué está pasando. Esto no es normal. —Matteo se queda callado, observándome, y con solo mirarlo a los ojos sé que hay algo que no me está diciendo—. Acaba de hablar de una vez por todas.

—Es la gente de Aleksander Hoxhaj. —Me tenso al escuchar ese nombre—. Se han estado moviendo, parece que están a punto de hacer algo, no sé el qué y nadie puede responderme esa pregunta.

¡Maldita sea!

Esta maldita ciudad se me está yendo de las manos si no puedo averiguar lo que está pasando. Ese imbécil debe estar moviendo sus hilos, quizá hasta está involucrado en la ausencia repentina de Nixie. Pero si cree que le voy a entregar a mi mujer y mi ciudad en bandeja de plata es que no me conoce en absoluto.

Evil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora