Capítulo 8: Sé disculparme cuando la situación lo requiere.

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Capítulo 8

Sé disculparme cuando la situación lo requiere.


—Señora, el Sr. Strauss la requiere en su despacho.

—¿Es urgente? Quiero recostarme un rato. —Hago una mueca.

Adoro hacerme la vulnerable cuando Vincens quiere molestar.

—El señor me dijo que la llevara a su despacho apenas llegara.

Resoplo, entregándole mi bolso de mano a Rafa.

—Llévalo a mi habitación, por favor —ordeno, alisando mi vestido nuevo en la parte de enfrente. Es uno de los que me compré hace dos días en Milán.

—¿No quieres que vaya contigo?

Le sonrío, negando. Es muy tierno a veces.

—Puedo cuidarme sola.

—Lo sé de sobra.

Toma el camino contrario a mí, yendo hacia mi habitación, mientras yo avanzo hacia el despacho de Vincens.

¿Ahora qué quiere? No es común que mande por mí a menos que quiera algo en específico.

Boris abre la puerta para mí, revelando a mi marido junto con otra persona sentada frente a él.

Gracias al cielo no se trata de la secretaria esa.

—¡Hola, hola! —saludo, caminando hacia el escritorio de Vincens y besando su mejilla al llegar allí—. Me dijo el buen Boris que mi presencia era requerida en este lugar.

Me siento en el brazo del sillón de Vincens, pasando un brazo por sus hombros y mirando hacia el hombre al otro lado.

—Tengo que hacer algunas cosas por fuera de casa y me gustaría que le aclararas al Sr. Martinelli un par de asuntos.

Le doy una sonrisa sugestiva a Mario antes de mirar a Vincens.

Solo me dejaría dirigir un acuerdo si se trata de convencer a la parte contraria con mis atributos.

Idiota.

—Por supuesto que sí, cariño. Lo haré con gusto.

—Perfecto. —Vincens se levanta, se abrocha la chaqueta y rodea el escritorio. Mario lo imita—. Te dejo en manos de mi esposa, ella te dirá todo lo que necesites saber.

¿Qué habrá pasado para que Vincens quiera dejarme a solas con Mario?

—Espero que así sea.

Estrecho los ojos hacia Mario, este tiene un aspecto sospechoso.

¿Esto es cosa suya?

—Nos vemos en la cena, cariño —se despide Vincens y yo lanzo un beso hacia él.

—Te esperaré. —Boris abre la puerta y Vincens sale—. ¡Por favor, llévate a Boris y deja a Rafaelo en la puerta!

—¡Como quieras!

La puerta se cierra de nuevo y mis ojos van hacia Mario. Una sonrisa sínica se estira en sus labios y sus ojos empiezan a brillar con travesura.

—No sabía que era tan fácil para tu esposo dejarme "en tus manos".

Me dejo caer en el sillón de mi esposo y me cruzo de piernas, inclinando la cabeza.

—Esto fue obra tuya.

Mario asiente.

—Necesitaba verte y no quería arriesgarme a llamarte de nuevo a mi casa.

Alzo una ceja, sin creerme su excusa.

Evil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora