Capítulo 33: A un paso de tenerlo todo.

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Capítulo 33

A un paso de tener todo.


Nixie.

Alguien me agita el hombro, haciendo que despierte. Ni siquiera sabía que me había dormido, pero no fue mucho tiempo porque todavía siento como si un auto hubiese pasado encima de mi cuerpo en repetidas ocasiones. Me enderezo y froto mis ojos, encarando a Palumbo.

—Señora, le informo que sus Strauss y Boris están en el calabozo, dígame qué hacer con ellos y lo haré.

Miro a la cama de Rafa para encontrarlo dormido. Señalo fuera de la habitación y Palumbo me hace espacio para luego seguirme. Afuera, cierra la puerta mientras yo bostezo.

—Manténganlos atados, cuando tenga noticias de Mario le diré qué hacer con ellos. —Me aclaro la garganta—. ¿Y los hermanos de Vincens?

—Muertos.

Dejo ir el aire, aliviada con la noticia. No quiero tener que enfrentarme a ellos, que estén muertos es lo mejor que pudo haber pasado.

—Bien. —Paso saliva, de pronto nerviosa—. ¿Y el cuerpo de Aleksander?

Palumbo me da una mirada de sospecha, cree que lo que hagan con el cuerpo de ese desgraciado me interesa. Yo solo quiero asegurarme de que está muerto.

—El señor Matteo pidió que llevaran todos los cuerpos del otro bando a una fosa común.

Me paso una mano por la cara, deseando poder pasar esta página tan rápido como sea posible.

—El cuerpo de Aleksander no lo incluya, quiero asegurarme de que esté muerto y eso será quemando yo misma su cuerpo.

Palumbo asiente, todavía sin estar convencido de mis palabras.

—Por supuesto, se lo diré al señor Matteo.

Alzo una mano, deteniéndolo.

—Ya lo hago yo misma.

Bajo a la planta médica y busco a Matteo, o a quien sea que me diga cómo está Mario. Para mi suerte, él está en medio del pasillo, caminando como un león enjaulado. Cuando me ve, se dirige hacia mí.

—Le sacaron la bala lo estabilizaron —me informa, y me llevo las manos a la boca sin poder creerlo—. Todavía no está fuera de peligro, pero los médicos creen que va a estar bien.

Abrazo a Matteo sin poder contenerme. No somos cercanos ni nada por el estilo, pero la emoción me puede.

—Gracias a Dios. —Lo dejo ir y limpio las lágrimas de mis mejillas—. ¿Puedo verlo?

—Sí, puedes entrar a verlo, pero promete que luego irás a bañarte.

Tuerzo el gesto, de pronto sintiéndome avergonzada.

—Sé que llevo muchos días encerrada en una fosa, pero no me ofendas de esta forma.

Matteo pone los ojos en blanco.

—No lo digo por eso, es que tu amiga está preocupada por ti. Tal vez, si te das un baño ella se calme.

Me cruzo de brazos, entornando los ojos. ¿Desde cuándo a Matteo Martinelli le importa el bienestar de mi amiga?

—¿Te preocupas por ella?

Aprieta los labios, apartando la vista.

—No seas tonta —farfulla, pero no hace falta que diga la verdad, está por toda su cara. Cuando me mira, suelta un suspiro, sabiéndose atrapado—. Sí, me preocupo por ella.

Evil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora