Jack y las habichuelas gigantes

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JACK Y LAS HABICHUELAS GIGANTES (adaptación del cuento popular del mismo nombre)

No puedo evitarlo, está en mi naturaleza. Me gusta la carne tierna de los niños. Es olerlos y comenzar a salivar. Mi olfato se despierta de su letargo y como un perro de caza los detecto. No importa donde se escondan los descubro. Si salen corriendo los persigo y los atrapo.

En cuanto tengo uno le insisto a mi mujer "prepáramelo al horno", pero no quiere ¡Que lástima! ― me dice.

¿ Pero ella no sabía cuando se casaba que lo hacía con un gigante? ¿No eran acaso tan gigantes sus padres como los míos? ¡No hace otra cosa que entretenerme, distraerme, dormirme! En fin, que siempre que consigo cazar a un chiquillo, se las arregla para que huya y yo me quede sin mi cena ¡Estoy pensando que un día me la voy a zampar a ella que está gorda y hermosa como una rosa!

"Gigante no come gigante" ―me decía mi madre ―y eso es lo que me retiene y el amor que le tuve antes de que empezase a maltratarme de esta manera ¡Traidora!

Pero al fin las lágrimas de María me conmueven. Vislumbro de donde le viene esa querencia por las crías humanas ¡No nos nacen hijos y su amor maternal crece y termina desparramándose sobre otras especies! ¡Maldita raza de gigantes infértiles que acabamos abocados a la extinción! Mientras, allá abajo en la tierra los humanos siguen multiplicándose. Tienen hijos y más hijos a los que apenas pueden dar de comer, pero siguen aumentando en número mientras nosotros menguamos.

Cuentan los ancianos que hubo un tiempo en que los gigantes poblábamos la tierra y ellos apenas salían de los agujeros y túneles profundos.

Pero pronto se fueron extendiendo como una plaga incontrolable destruyendo la vegetación y al resto de los animales. Apenas teníamos ya con que alimentarnos, cuando empezamos a cazarlos ¡Y aún así con todo, no pudimos con ellos! Seguían y seguían aumentando y ocupando nuestro espacio, obligándonos a instalarnos aquí entre las nubes, donde no podían llegar.

Pero ahora, por María, no me queda otra que rendirme y dejar de ser cazador de niños para pasar a ser agricultor ¡Es algo tan cansado y antinatural!

Me paso la vida arando, cultivando y recogiendo todo tipo de cereales, legumbres y hortalizas, luego las vendo en el mercado ¡Que vida tan aburrida, con lo que yo era!

Aunque tengo que reconocer que tiene su parte buena, ya que como el resto de los gigantes prefieren bajar a la tierra a cazar humanos, apenas unos cuantos nos dedicamos al campo y los vegetales han subido de precio como la espuma. Siempre se necesitan habichuelas para los guisos.

Como además desde que nos hicimos veganos, ya no gastamos en carne. Hemos podido ahorrar y ya tenemos cinco saquitos de monedas de oro que cuento cada tarde. Con ellas pienso comprar una gallina ponedora de huevos de oro y con los primeros huevos que ésta ponga, compraré un arpa de oro que toque sola y me quité las penas. Porque aunque me voy acostumbrando a este régimen impuesto, aún noto un vacío en el estómago por la falta de carne.

Pero una tarde mientras contaba el oro :

<< ¡Que demonios! ¡me falta un saquito! ¡Solo hay cuatro! ¡Mujer, mujer, nos han robado! ¡Un intruso debió entrar en la casa! ¡Ayer olí a niño, pero pensé que era un sueño!

¡Habrá que estar atentos por si el ladrón vuelve! ¡Te lo dije María, los humanos son malos y más los niños! No les ha bastado con echarnos de la tierra que ahora también nos quitan lo que tenemos en el cielo ¡No merecen compasión! >>

Tuve que trabajar cinco meses más por culpa del ladrón pero al fin pude comprar mi gallina.

<<!Tráemela, María, por favor, que está a punto de poner un huevo!>>

Los dos la mirábamos ensimismados cada tarde.

<<¡Con este ya tenemos para el arpa, que quitará nuestras penas!>>

Pero esa tarde el maldito ladrón también se llevó nuestra gallina.

Aún así decidimos comprarnos el arpa

<<¡Para eso trabajamos tan duro! ¡Ya recuperaremos el dinero!>>

Eso sí, fuimos más precavidos y le instalamos una alarma avisadora, por si nos la robaban.

¡Y como no! El avaricioso ladrón apareció de nuevo, pero esta vez no me pilló desprevenido.

<< ¡ Le cogeré María y quieras o no quieras tendrás que guisarlo con habichuelas!>>

Enlace al vídeo del cuento original.

https://youtu.be/xA_PQAuZoeA 


Una historia muy vulgar y otras que no lo son tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora