MI PRIMER DÍA EN LA NUEVA ESCUELAEstoy bastante nervioso. Cada vez que empieza un nuevo curso me pasa lo mismo y más esta vez que todo es nuevo para mí, nuevo barrio, nueva escuela, nuevos compañeros, nueva profe y ya sé que no es la primera vez que soy el nuevo y debería acostumbrarme, pero lo cierto es que nunca me acostumbro a cambiar ¡Quizás porque en la escuela anterior estuve demasiados años!
Lo primero que tengo que hacer es coger el autobús para llegar. Me han dicho que debo coger la línea L1 y parar en Cuatro Caños, también me dijeron que debía llevar dinero suelto para pagar el billete concretamente 1,20 euros y que no llegara tarde.
Ahora mismo estoy en la parada, me cercioro de que tengo 1,20, llueve a cántaros. Falta casi una hora para empezar la clase, pero tengo que estar seguro de llegar a tiempo. No querría comenzar siendo "el que llega tarde" desde el primer día. Estoy nervioso, no suelo coger el autobús urbano, por eso no tengo bono y tengo que pagar en efectivo y no conozco la parada, tendré que estar atento para no saltarla.
Mientras espero el autobús me asalta el recuerdo de cuando era pequeño y lo cogía cerca de mi casa para ir al colegio. Solo tenía que cruzar una calle, pero mi madre se empeñaba en acompañarme de la mano hasta la parada y siguió llevándome hasta que cumplí los doce años y me rebelé :
―Los otros niños pensarán que soy tonto y no sé cruzar las calles y que por eso me tiene que acompañar mi Mamá― le dije.
¡Cuanto daría ahora porque estuviera conmigo hoy aquí acompañándome en mi primer día de clase, cogiéndome de la mano...!
Me monto en el autobús, un hombre se levanta para dejarme el asiento. Voy mirando por la ventana, se que es mi ciudad pero no reconozco nada de lo que veo ¡está todo tan cambiado!
Miro a mi alrededor y otro recuerdo me asalta: estoy en ese otro autobús el que llamábamos " la pota" , el que cogíamos para ir al instituto, voy de pie ¡Éramos tantos, que no teníamos donde agarrarnos y volábamos con cada frenazo! Mis pies se levantan del suelo, alguien me agarra del hombro y vuelve a colocarme en mi lugar es Martín, mi hermano mayor...
Debo de estar atento, en la pantalla van apareciendo el nombre de las paradas y un micrófono las repite en voz alta. ¡No me perderé si no me despisto!
¡He llegado! Aún falta media hora para que comience la clase, para hacer tiempo entro en una librería a comprar un bolígrafo y un cuaderno. Cómo aquel día, recorro las estanterías buscando la libreta y el bolígrafo ideales para el primer día de clase y veo una chica, pero no es Lucía. Recuerdo como se encontraron nuestros ojos sin querer mientras trasteábamos entre las estanterías, no le dije nada. Luego me puse tras ella en la fila para pagar y tampoco le dije nada, caminamos juntos hasta la universidad y no le dije nada, me senté tras su asiento en la clase y tardé tres horas en presentarme y cuatro meses en pedirle que saliera conmigo.
Abandono la librería, me acerco a la puerta principal pero no entro, aún tengo tiempo. Mientras miro las viejas puertas de madera, abiertas de par en par, se turnan ante mis ojos las otras puertas de todos los centros donde estuve. Entro, le pregunto al conserje por la clase. Es en el primer piso, mejor subo en ascensor.
Miro el hueco de la escalera está vacío, luego veo bajar cientos de niños con caras conocidas pero lejanas. Los niños nunca terminan de bajar, pasan corriendo hacia la salida. Llamo por su nombre a alguno pero no responde.
El ascensor está vacío. Todo está vacío. El conserje me mira y me dice: "¿ Está usted bien?. Es en el primero"
Entro en la clase. Miro a mis nuevos compañeros, todos de mi edad, les sonrío y me siento apartado, les miro de nuevo, hablan entre ellos y me recuerdo en la sala, con aquellos últimos compañeros.
Todos tan felices esperábamos a que tocara el timbre. Habíamos quedado en el restaurante para celebrar mi último día, todo estaba preparado. Sentado frente al ordenador termino con nerviosismo de dar los últimos toques, que cuando llegué el próximo lo tenga todo listo, que no noten mi ausencia, que nadie tenga que decir...
La profesora entra en clase, es una chica muy joven y guapa. Me llamó Iris y soy la encargada de este curso. Creo que antes de empezar debemos conocernos. Sigue hablando, me pierdo...
Algo me ocurre ― dije a Martín, que trabajaba a mi lado, ― no sé cómo se guarda, no entiendo lo que pone. No me encuentro bien, tengo que ir al baño... Me levanté y no recuerdo más...
Sentados casi en círculo perfecto, aquellos hombres y mujeres decían sus nombres, sonreían y soltaban alguna frase hecha: "Estoy aquí para aprender" " Me gusta leer y ahora tengo tiempo"...
No recordé nada en mucho tiempo. Cuando desperté Lucía estaba a mi lado. ¿ Era la habitación de un hotel? se veía el mar por la ventana ―" ¿ Que hacemos aquí? ¿ Estamos de vacaciones? ―le pregunté.
―Estamos en un hospital. Te desmayaste en tu último día de trabajo ¿ No recuerdas nada? Dice el doctor que perdiste la memoria, pero es temporal, pronto te irás recuperando.
Me llegó el turno de presentarme. Todos me miran.
―Me llamo Gabriel y soy, era, profesor, creo.
―¿Profesor? ¿ De qué materia? ¿Porqué vienes a este curso?― pregunta Iris
―No lo sé, no recuerdo.
Todos me miran.
"Te irá bien hacer cosas para ir recordando, ir a clases en el centro social"...―me dice Lucía.
Iris sigue hablando, yo apenas la escucho:
―Bien, iremos leyendo libros muy interesantes a lo largo del año, para que disfruten y adquieran unos conocimientos básicos. Empezamos por este ―y levanta un libro en la mano ―¿os suena de algo? ¿ alguien ha leído el Lazarillo de Tormes?
―!De literatura! ―digo en alto muy contento. Yo era profesor de literatura y vengo aquí a recordar los libros.
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Una historia muy vulgar y otras que no lo son tanto
KurzgeschichtenRelatos cortos de diferentes temáticas sobre todo cuentos fantásticos o de humor, pero también alguno de miedo. Son muy irregulares en su extensión, los hay de un par de páginas, de veinte y de seis capítulos. En realidad sólo tienen dos cosas...