Este cuento, no es apropiado para menores de 18 años .
Yo no soy la narradora, ni ninguno de los personajes. No comparto con ellos su forma de pensar o de actuar. Yo como vosotros saco mis propias conclusiones. Imaginaros que estáis sentados en una cafetería de un pueblo en el que ocurrió un tremendo crimen y escucháis la conversación entre dos mujeres que no conocéis, bueno, en realidad una habla todo el tiempo y la otra la mira con los ojos muy abiertos sin pronunciar palabra...
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<< En el periódico escribieron que para ellos era como un nieto, pero yo no sabría decirte, creo que más que cariño le tenían lástima y más a la madre "¡Un hijo como ese y con la mala vida que le daba el marido!, la pobre no se lo merecía".
Y es que el chiquillo de pequeño era muy rico, pero ya se veía que normal, no era.
Cuando acompañaba a la madre a limpiar le daban caramelos, por reyes algún juguete, pero nada más. Eso sí, maltrato o reírse de él tampoco.
Según me contó el conserje, en el colegio presumía de que sus abuelos eran muy ricos y que se lo compraban todo. Los otros chicos se reían y burlaban de él. Le perseguían llamándole tonto, feo, muerto de hambre, que nadie te quiere... El escondía con vergüenza los moratones que le hacía su padrastro y los rotos de su ropa y les contestaba:
―Me quieren mis abuelos y cuando sea mayor me llevarán a vivir con ellos, a una casa muy grande con piano y piscina.
No sé de dónde lo sacó y no creo que nunca le prometieron nada, pero él se aferraba a eso. Ya sabes lo crueles que son los niños y cuando alguno tiene una tara y nadie vela por él, pues se agarran a cualquier cosa...
La madre no es que no le quisiese, pero no le defendía, "que quieres que haga"―me decía―"Venancio bebe y se pone bruto, si me meto me da a mí también. Además, bastante hace con cargar conmigo y con este hijo que no es suyo".
Cuando comenzó con los ataques de ira, le cogieron un poco de miedo, pero apenas le hicieron un comentario a Angustias cuando rompió la cristalería.
― Perico les había hecho un dibujo, de esos que colocaban con un imán en el frigorífico, venía muy ilusionado, pero doña Gertrudis le dijo que ya no cabían más y que ya era muy mayor para dibujos. Entonces vio que habían quitado los suyos y ahora estaban los que habían enviado las niñas desde Londres ―me dijo Angustias intentando quitarle culpa al hijo ― pero aquel comportamiento era injustificable y, sin embargo, le permitieron seguir entrando en la casa.
Fue ella misma quien dejó de llevarlo según se iba haciendo mayor. Temía que la comprometiese y perdiera su empleo. Los juguetes también iban desapareciendo a medida que crecía, y se convertían en dinero o ropa usada en la adolescencia.
Más tarde Angustias dejó el trabajo porque Venancio no paraba de increparla, que si por qué te pagan tan poco, que si deberían ser ellos quienes mantuviesen a Perico, en fin, cosas suyas porque te digo que de eso que dicen las habladurías nada de nada.
El chaval después no volvió a entrar en la casa, aunque lo intentó, ya no era bienvenido. A veces lo pillaban mirando a través de la reja y un día que estábamos de visita Don Pedro nos mandó soltar al perro para que se fuera.
Fue este verano, cuando el hijo vino de vacaciones con su esposa y con las niñas. Lo encontramos espiando mientras se bañaban en la piscina y jugaban con los abuelos.
Estaba agarrado con fuerza a las barras y observaba a las chiquillas sin pestañear, ¡Esas nenas pequeñas, tan bonitas y perfectas!―decía―No nos gustó nada y como otras veces le gritamos que se fuera, pero él agarró unas piedras del camino y comenzó a lanzarlas contra las criaturas.
Luego, la familia se fue, se quedaron solos y que yo sepa, no volvió a molestar.
Cuando aparecieron muertos a hachazos, nunca pensé que fuera cosa suya y sigo sin pensarlo. ¡Un chico deficiente de dieciséis años, el solo... Ese niñito tan mono ¡por muy violento que se volviese, lo veo incapaz! Y si fue él, sería instigado por el padrastro.>>
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Una historia muy vulgar y otras que no lo son tanto
Short StoryRelatos cortos de diferentes temáticas sobre todo cuentos fantásticos o de humor, pero también alguno de miedo. Son muy irregulares en su extensión, los hay de un par de páginas, de veinte y de seis capítulos. En realidad sólo tienen dos cosas...