Repelús

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Cuando acabes la dejas fuera, que no entre en casa, lo deja todo asqueroso!" Mi madre era bastante cruel con mi hermana desde que le apareció la enfermedad y su cuerpo se recubría de babas. Los médicos no supieron darnos una explicación. Intentó quererla pero no pudo, sentía verdadero asco del cerco de fluido que dejaba al pasar. Yo era inmune a ese sentimiento por eso me obligaba a lavarla en la piscina portátil del jardín. Pero aunque estuviese limpia e hiciese mucho frío, no la dejaba pasar nunca porque enseguida le volvía a nacer la materia viscosa.

   La vida era dura en La Cabaña del Zurdo. Mamá se lamentaba con frecuencia y maldecía el día en que mi padre decidió venderlo todo para comprar aquellas tierras en un paraje perdido. "El paraíso natural, llamaba ese loco a esta ciénaga" , me contaba.

   Por lo visto antes de que yo naciera vivían en Madrid. Ambos eran profesionales exitosos. Trabajaban muchas horas y apenas se veían. Todo para comprar un pequeño apartamento en el centro de la ciudad, cerca de la casa de mis abuelos. Un día mi Papá tuvo un problema en el trabajo con un bolígrafo verde. Eso y el saber que yo estaba en camino, fueron motivos suficientes para que se liaran la manta a la cabeza y dejarán su trabajo y toda su vida atrás para venirse aquí, con la peregrina idea de montar un complejo de turismo rural. Mi madre no estaba muy por la labor, pero Papá era pesado hasta la saciedad y la terminó convenciendo.

   Compró los terrenos a un viejo amigo suyo sobre el mapa, sin tan siquiera verlos.

  " Construiremos una veintena de cabañitas de madera, a modo de pequeños apartamentos para turistas. También podemos organizar campamentos escolares. La nuestra estará más alejada, al norte, aquí junto al lago y tendrá un precioso jardín. Pondremos también restaurante, tiendas, piscina... Todo el mundo estará deseoso de venir"

   El primero en llegar fue mi padre. Alquiló una casa en el pueblo y contrató a un constructor local para que realizara las obras que él supervisaba. Mi madre fue la encargada de la mudanza y se trasladó con un camión lleno de muebles unos meses después.

―Encontré a tu padre más raro de lo que acostumbraba a ser, no sabría decirte en qué pero estaba diferente. A veces tenía un aspecto serio y sombrío y cuando reía resultaba falso, como si interpretarse un papel. Era amable y cariñoso, o aparentaba serlo, pero al mismo tiempo yo lo percibía como lejano― me contaba mi madre.

   Pasaron el invierno en el pueblo, Mamá estaba muy embaraza y para acceder a los apartamentos turísticos " la cabaña del zurdo" era necesario recorrer 20 kilómetros de pista desde la carretera .

 ― Está embarrado y lleno de baches, no es seguro en tu estado. Mejor que vengas cuando haya nacido la niña y nuestra cabaña esté terminada ―le decía mi padre.

―En el pueblo me decían cosas, pero yo no quise creerlas― continuó contándome Mamá:

<< Me hablaban de Chukrut, el monstruo que vivía en las lagunas:
 "Su piel es verde y fangosa", unos decían que solo era uno, otro que eran varios seres, no lo tenían claro. " Se alimenta de pescado y de algas, pero los animales no pierden cuidado cuando se acercan a beber. A mí no se me ocurriría nunca ir y menos con un bebé", me decían también >>

  En primavera, por fin, nos fuimos los tres a vivir a la cabaña. Mi madre me contó que aunque se encontraba muy aislada, no vio nada extraño y que con todo el trabajo que tenía entre preparar los apartamentos, atender las reservas y cuidarme a mí, no se preguntaba nada más.

― Es cierto que el calor era sofocante y la humedad extrema y que tu padre se volvía más irascible cada día, pero pronto comenzaron a llegar los turistas y esa sensación de éxito borraba cualquier oscuro presagio― me dijo.

Una historia muy vulgar y otras que no lo son tantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora