Mi nombre es Rina.
Soy la hija de Rias Gremory y Issei Hyoudou.
Pero lastimosamente... no soy Feliz.
Todo por que el portador de la Longimus siempre quiso perseguir su sueño de ser el Rey del Harem, teniendo hijos y hijos con todas sus esposas.
Y Yo...
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Había sostenido el cuerpo de una niña en sus brazos, su mente completamente rota al ver a otro ser querido, irse de su vida.
Toda su vida fue nada más que miseria, odio y tristeza.
Los primeros años desde que era un niño, siempre tratado como la peste para los aldeanos más viejos, incluso los niños siguieron sus pasos, odiandolo por traer algo que nunca quiso.
Nadie lo apreciaba, o incluso lo veían de una forma que no sea para expresar su ira hacia un ser que no era el.
Incluso una hormiga recibía un mejor trato.
Había perdido muchas cosas en su vida.
La familia que nunca tuvo, El primer amor que conocio desde su niñez, su figura de abuelo que lo cuido y aprecio, a las 2 personas que le enseñaron que tener a sus seres querido, lo hacía más fuerte, a su sensei manos de sus antiguos alumnos, ver morir a la única persona que cambio su destino, para que el viviera. La partida de su padre al mundo de los muertos, y a la persona que pensó que podía amarlo, tanto como el a ella. Pero solo terminó engañado, sin la oportunidad de poder vivir con la familia que tanto había anhelado.
Todas esas emociones pasados le destrozo el corazón, pedazo por pedazo a lo largo de su vida.
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Pero nada se comparo con esto.
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Tenía a una niña inocente en sus brazos, ahora muerta. Su cara mostraba que había dejado todas las emociones de dolor y tristeza, para cambiarse por nada más que una sonrisa en sus labios.
Ella murió, y como dijo, lo hizo siendo feliz.
Por que?
Por que esto le seguía sucediendo?
Por que todas las personas a las que siempre quería, sentía un lazo con ellos, siempre debían de terminar así?
Pudo soportar tantas cosas en su vida, pero no verla partir de su vida.
Rina no se merecía esto.
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Apego su frente con la suya, las lagrimas brotando de sus ojos por el dolor, frustración y tristeza. Grito con mucho muerta que incluso le dolía la garganta, pero más que eso, sintió su corazón romperse cada vez más a medida que seguía en ese estado.
Ella no se merecía esto, y todo por que la confundieron con su hija para que la trajeran aquí.
