Capítulo 4: Hogares.

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Al día siguiente Megumi despertó primero. Salió de su habitación y se encontró todo muy silencioso, echó un vistazo al cuarto de Gojo y al ver que tenía la puerta abierta se dio cuenta que la pareja ya no se encontraba en casa. Suspiró sintiéndose aliviado, después de la escena de la noche anterior hubiera sido muy incómodo encontrarse los cuatro para desayunar, pensó que era mejor así, al menos él no sería el que tocara el tema con nadie.

Pensó en prepararle algo a Yuji antes de que se despertara, Megumi no era muy expresivo en palabras pero sin darse cuenta sus acciones siempre reflejaban sus sentimientos y atender a Itadori con esos detalles era su forma de demostrarle que era importante para él.

Minutos después Yuji salió del cuarto, sintió un delicioso olor que lo llevó hasta la cocina donde se encontró a Megumi muy concentrado preparando unos hotcakes que ya estaba empezando a servir en dos platos, acompañados de fruta picada y miel.

—Wow, Fushiguro, y dices que no eres muy bueno en esto —le halagó con una sonrisa al ver la presentación de los platillos—. Buenos días —saludó cuando el otro lo volteó a ver y sonrió al notar que todo estaba igual que siempre, así que por parte de Yuji tampoco se tocaría el tema de la noche anterior.

Comer juntos fue muy ameno, Fushiguro no dejaba de sorprenderse con la habilidad que tenía su amigo para siempre hacer que se sintiera contento sin importar el tema de conversación, nunca se cansaba de escucharlo y Yuji siempre lo motivaba para que él también le platicara cosas, pues normalmente Megumi era muy reservado pero su amigo siempre lograba que se abriera un poco más.

Cerca de mediodía se despidieron, Yuji era una persona muy familiar y siempre tenía planes con sus padres el fin de semana. Megumi pensó que seguramente por el tipo de padres que lo habían criado Itadori era así de amigable, expresivo y sobre todo se veía feliz; se alegraba mucho por él.

Poco después de que su amigo se fue escuchó que Satoru llegaba a la casa. Megumi se encontraba en la sala con la televisión encendida.

—Hola, pequeño —le saludó poniéndole una mano en la cabeza acariciándolo suavemente, luego se sentó en el sillón continuo—. ¿Yuji ya se fue? —preguntó para asegurarse, no fuera a ser que estuviera en el baño o en la habitación.

—Ajá —dijo tan solo, sin dejar de ver la televisión. Megumi no solía ser grosero con su padre adoptivo pero en esta ocasión estaba algo molesto por la situación que le había hecho pasar la noche anterior.

Gojo se le quedó viendo. A él ese tipo de incidentes no le afectaban mucho, incluso los podía recordar con gracia, pero trataba de ponerse en los zapatos de su pequeño Megumi y debía aceptar que para él sí era algo que podría afectarle.

—Perdón por lo de anoche, no sabía que estaban aquí —notó cómo el chico dejaba salir un resoplido por la nariz, en señal de que sí estaba molesto por eso—. Suguru también se molestó conmigo porque le había dicho que íbamos a estar solos, sabes lo prudente que es él con estas cosas… Me sorprende que me aguante tanto, que los dos me aguanten tanto —sonrió con desgano, hasta parecía que el destino les jugaba una broma, pues las dos personas que más amaba tenían casi el mismo temperamento completamente contrario al de él.

Megumi hizo como que se rascaba la cabeza a modo de controlar su ansiedad, la verdad era que hablar de este tema con Satoru le era casi tan vergonzoso como escuchar lo que hacía con su pareja.

—No pasa nada, yo tampoco te avisé que vendríamos y además… no es la primera vez que los escucho —soltó eso último muy bajito, como si en verdad no quisiera decirlo. En ningún momento volteó a ver a Satoru, fingía que seguía viendo la televisión aunque ya no estaba poniendo atención a lo que pasaba en la pantalla.

Encuentros y desencuentros || Jujutsu KaisenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora