XXIII. Boketto

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- Lamento los inconvenientes - Murmuró Adamas apenado, pasándose la mano por el cabello pelirrojo ahora suelto y ligeramente desordenado, del cual caían todavía goterones de agua a causa de la tormenta. Frente a él, el Gautama menor sonreía y negaba con la cabeza - No pensé que la lluvia se pondría así.

- No te preocupes - Siddharta volvió a negar con la cabeza, aunque su larga melena rubia y cobalto, ahora trenzada sobre el resplado de la silla, goteaba también creando un charquito en el suelo - No tienes control sobre el clima, y seguramente el servicio de buses está hecho un desastre ahora mismo.

Ambos se encontraban en una pequeña cafetería, sentados junto a un ventanal bastante grande a través del cual podían ver las calles vacías, así como la moto Mitt 125 XRS del mayor, apoyada contra la pared donde la propia edificación pudiese protegerla de la lluvia. La ciudad parecía haberse vaciado por la tormenta y ambos muchachos, bebiendo generosas tazas de café caliente, esperaban a que la precipitación amainara para poder seguir con su camino.

- Te llevaré hasta tu casa, realmente no quería que te retrasaras por mi culpa - Insistió el griego avergonzado, meciendo su café y aumentándole azúcar. Si no hubiese ofrecido la moto, quizá el adolescente frente a él ya estaría en su casa, a salvo de los peligros de la noche.

- No importa, de verdad - Gautama le dio un sorbo a su mocaccino, más afín a su paladar, llenándose de espuma el bigotillo - No es tan tarde, y si me necesitan en casa me llamarán o algo.

- ¿No se preocuparán tus padres? Estás fuera pasado el anochecer, en medio de la tormenta y con un desconocido...- Adamas se encogió en su lugar, todavía culpándose mentalmente.

- Uh...bueno, no realmente...- La sonrisa de Siddharta mermó ligeramente ante la mirada confusa del pelirrojo - No es como que les interese mucho si estoy en casa.

- Oh...lamento oir eso - Murmuró el mayor avergonzado - No quería tocar un tema sensible.

- ¿Hm? - El rubio negó con la cabeza - No es la gran cosa, no te preocupes. Es solo que...bueno, Jātaka era quien más notaba mi presencia en casa y, así.

- ¿En verdad? - Adamas elevó las cejas con curiosidad - ¿No tienes hermanos?

- Soy hijo único - Buddha volvió a negar con la cabeza, deslizando la yema del dedo sobre la mesa, dibujando un trazo en la brillante superficie mientras dejaba a su café entibiar - Tampoco tengo primos, más que Jātaka y...ahá...- Subió lentamente la mirada, evitando los ojos oscuros del pelirrojo y escondiendo el pesar en su rostro - no es tan malo como parece, pero suficiente de hablar sobre mi ¿tú, cuántos hermanos tienes?

- ¿Oh? - Adamas carraspeó, un poco avergonzado por su pregunta anterior e intentando responder al menor con honestidad - Bueno...tengo tres hermanas y tres hermanos, conmigo somos siete.

- ¡Woah! ¡Es una familia grande! - Siddharta elevó las cejas en un gesto de sorpresa, esbozando una ligera sonrisa, la cual el contrario respondió con un gesto todavía avergonzado - Debe ser divertido ser tantos en una misma casa.

- Si...un poco. Mi padre solía ser muy celoso, así que esa era su manera de dejar en claro que estaba con mamá.

- ¿Solía?

- Pues...si, es que ya...bueno, ahora somos independientes - El Chroniadis carraspeó, dándole un sorbo a su café - Mis hermanas viven por su cuenta. La mayor trabaja en otro país, la segunda se mudó al campo cuando nació mi sobrina, y la tercera tiene un departamento en el centro...vive cerca, pero nunca nos visita. A veces nos reunimos para cumpleaños o Navidad, pero...nada más.

- Oh...lo siento, suena a que se distanciaron mucho...- Murmuró Gautama, mordiendo nervioso la orilla de su taza, conteniendose de hacer alguna pregunta que empeorara el ánimo de su acompañante, aunque no pudo resistir por mucho tiempo - ¿Y tus hermanos?

Ikigai || [SNV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora