-Imprudente.- "El Mar de los Monstruos." (Saga Percy Jackson x Oc)

Capítulo 20: Nos vamos a dormir por primera vez.

Pov Percy

Finalmente encontré algo en lo que era realmente bueno. El "Venganza de la reina Anna" respondió a todas mis órdenes. Sabía qué cabos atar, qué velas izar, en qué dirección navegar. Todo con tal de poder surcar las olas, que calculé que serían unos diez nudos. Incluso entendí lo rápido que fue eso. Y para ser un velero era bastante rápido.

Todo parecía perfecto. El viento en mi cara, las olas rompiendo sobre la proa, las aves volando encima nuestro. Se sentía bien, pero ahora que estábamos fuera de peligro, sólo podía pensar en lo mucho que echaba de menos a Tyson y lo preocupada que estaba por Grover.

No podía superar lo mal que lo había hecho en la Isla de Circe. Si no hubiera sido por Annabeth, seguiría siendo un roedor, escondido en una conejera con un montón de piratas peludos y monos.

Pensé en lo que había dicho Circe. "¿Ves, Percy? Has desbloqueado tu verdadero yo."

Seguía sintiéndome cambiado. No sólo porque de repente tenía la necesidad de comer lechuga. Me sentía nervioso, como si el instinto de ser un animalito asustado formara ahora parte de mí... O quizá siempre había estado ahí. Eso era lo que realmente me preocupaba.

Durante la última hora Annabeth trató de ayudarme a vigilar, pero navegar no se llevaba muy bien con ella, y después de varias horas meciéndose de un lado a otro, su cara se puso del color del guacamole y se fue abajo a tumbarse en una hamaca. Después de discutir un poco, claro.

Por otro lado, Alex...

-Te lo digo. ¡Sucedió!- Se defendió mientras navegábamos. -¡Mira, todavía puedes ver la línea donde me cortó!-

-Ya he mirado diez veces y no veo ninguna línea.- Dijo Annabeth tras un suspiro. -Escucha, no pasa nada si huiste, eran demasiados. Pero no tienes que inventarte historias.-

-No estoy inventando historias. Te estoy diciendo que lo desarme, además me quedé con su pistola.- Argumentó de nuevo, mostrando esa vieja arma mientras sonreía satisfecho. -¿Cómo es que no lo vieron? Ahora soy un pirata. -

-¡No eres un pirata!- Gritó Annabeth con exasperación. -¿Seguro que no te golpeaste la cabeza en todo este tiempo?-

Ya llevaban un rato discutiendo así.

La realidad es que no habíamos visto nada, luego de que él saltara por la borda hacia el muelle y los distrajera. No hasta que pusimos en marcha el barco, y lo viéramos con un arma apuntando a su cabeza, además de su dramática escapada.

Abordó de nuevo, emocionado con lo que acababa de pasar, pero se irritó tan pronto le dijimos que no vimos nada de eso. O bueno, yo no lo hice. Pero por supuesto, Annabeth siempre realista, encontró lagunas en su historia.

-¿Por qué no te dispararía?-

-Lo hizo. Solo que soy increíble y lo esquivé.-

Finalmente, Annabeth suspiró.

-No tiene sentido discutir contigo.- Dijo, antes de dirigirse a la cubierta.

-¡No puedes soportar la verdad!- Gritó Alex teniendo la última palabra con tal de irritarla, antes de venir a unirse a mí.

Navegamos durante la noche y contemplamos el horizonte.

Más de una vez divisé monstruos. Una columna de agua tan alta como un rascacielos se precipitó a la luz de la luna. Una hilera de espinas verdes se deslizaba sobre las olas. Algo reptiliano de unos treinta metros de largo. No quería saberlo.