Capítulo 22: Nos dejamos llevar un poco.

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Pov Percy

Tan pronto volvimos al barco, Annabeth se acurrucó en un rincón cercano, envuelta en una manta, mientras abrazaba sus piernas con fuerza. Me volví para mirarla antes de dirigir mi atención nuevamente hacia la isla de las sirenas.

El barco avanzaba con firmeza mientras la tormenta giraba alrededor de la enorme roca. Los relámpagos caían a ambos lados, y el zumbido de la electricidad se hacía sentir incluso desde la cubierta. Cada rayo parecía resonar como una sinfonía compuesta por un director de orquesta y el fresco aroma a ozono aún persistía en mi nariz desde el momento en que entregué mi espada.

No sabía si había tomado la decisión correcta. Debería haber protestado más o incluso haberlo detenido. Tal vez si hubiera sido más valiente, lo habría hecho. Pero la mirada que Alex traía me erizó la piel, transportándome al momento en que lo conocí hace un año.

Mis ojos se posaron de nuevo en Annabeth. Aún mantenía la mitad de su rostro oculta tras sus rodillas. Sus ojos estaban enrojecidos e hinchados, y la luz azulada de los rayos los reflejaba y brillaban con una mezcla de agotamiento y tristeza.

Quizás... debería haber tomado el riesgo.

Continuamos navegando en medio de la tormenta, el viento azotando nuestras caras y el estruendo de los elementos envolviéndonos. Mantuve la carta que Alex me dio apretada en mi mano dentro de mi bolsillo, contando los minutos mientras los tapones aún seguían en mis oídos hasta que nos distanciamos lo suficiente de la isla.

Finalmente, Annabeth levantó la vista, triste y aún aturdida, solo para articular silenciosamente con los labios un "A salvo". Fue entonces cuando retiré los tapones.

El canto de las sirenas ya no resonaba. En ese momento, la tarde se tornó tranquila, solo interrumpida por el sonido de las olas chocando contra el casco y los truenos que apenas se percibían como profundas ondas a lo lejos.

La niebla se había disipado, revelando un cielo completamente azul, como si la isla de las sirenas nunca hubiera existido.

-¿Estás bien?- Le pregunté.

En cuanto lo dije, me di cuenta de lo torpe que sonaba. Por supuesto que no estaba bien.

-No me di cuenta.- Murmuró.

-¿Qué?-

Sus ojos eran del mismo color que la niebla sobre la isla de las Sirenas.

-Qué poderosa sería la tentación.-

No quería admitir que había visto lo que las sirenas le habían prometido, me sentía como un intruso en un territorio íntimo, pero también pensé que tenía que ser sincero. Se lo debía.

-Vimos la forma en que reconstruiste Manhattan.- Le dije. -...y a tus padres con...-

Me detuve cuando ella me miró y se sonrojó.

-¿Vieron eso?-

Asentí.

-Lo que Luke te dijo en el Princesa Andrómeda, acerca de empezar el mundo desde cero... eso realmente te afectó, ¿eh?-

No me respondió enseguida. Solo se cubrió con la manta y miró más allá del barco. Parecía un intento de encontrar consuelo en la vastedad del océano mientras los tenues sonidos de los relámpagos se detenían a lo lejos.

-Mi defecto fatal. Eso es lo que me mostraron las sirenas. Mi defecto fatal es la hibris.-

Parpadeé confundido.

-Imprudente.- "El Mar de los Monstruos." (Saga Percy Jackson x Oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora