En el ocaso radiante del otoño, cuando los rayos del sol se filtraban a través de las ramas desnudas de los árboles, las hojas danzaban en el aire como si fueran llamas efímeras. El suelo estaba alfombrado con una mezcla de hojas en tonos dorados, ocres y rojizos, creando un tapiz caleidoscópico que crujía bajo cada paso.
El viento, suave y fresco, susurraba entre las ramas, llevando consigo la fragancia terrosa de la temporada. Las copas de los árboles se mecían con gracia, despidiendo hojas que caían lentamente hacia el suelo, como pequeñas embarcaciones flotando en un río de viento.
Alex, inmerso en ese cuadro natural, caminaba con paso tranquilo por el sendero que serpenteaba hasta llegar a la costa. Vestido con una chaqueta negra fina, cada bocanada de aire frío que inhalaba llevaba consigo la promesa de la llegada inminente del invierno.
A medida que se acercaba a la orilla del mar, el sonido suave de las olas rompiendo contra las rocas resonaba en sus oídos. El horizonte, una mezcla de tonos grises y blancos que pintaba una postal inolvidable. El sol oculto bajo todas las nubes. enviaba tenues destellos a través de la vastedad del cielo.
-Todavía sigo preguntándome que clase de cabra podría generar esta lana.- Murmuró acomodando su brazo. -De seguro valdría fortuna.-
Encima de él, una enorme masa de lana dorada envolvía la completa extensión del mismo. Brillando sobre el cielo apagado, la vida fluía y resaltaba por encima de todas las cosas. Su mano, sobresaliendo de una esquina, adquiriendo nuevamente el color natural que tenía.
Suspiró.
-¿Cómo hizo Annabeth para llevar esto?- Se preguntó Alex en voz alta terminando de acomodarlo lo mejor que pudo.
Al mirar adelante y permanecer de pie en la orilla, su mirada se perdió en el horizonte que se desdibujaba entre el juego de grises que avisaban de la inminente tormenta. El viento, suave y persistente, acariciaba su rostro y hacía ondear su cabello, aún sujeto con las gafas que reposaban sobre su cabeza.
Sus ojos se entrecerraron ligeramente, capturando cada detalle del paisaje que se extendía ante él. Las olas rompían con suavidad, dejando un murmullo constante que resonaba en armonía con el susurro del viento.
En ese momento de contemplación, Alex se sumergió en la inmensidad del horizonte, conectando con la melancolía serena de la estación y dejándose llevar por sus pensamientos. Una mirada calmada que resaltaba por encima de todo lo demás.
Fue cuando algo capturó su atención en el cielo. Levantó la mirada y vio una figura volando en sentido contrario a las nubes. Muy grande para ser un ave y muy pequeña para un avión.
Enigmática y fuera de lo común, la criatura blanca como la espuma del mar agitaba sus enormes alas, galopando en el aire con la gracia de un caballo. Su vuelo dejaba a su paso estelas de risueños relinchos que se mezclaban con el sonido sereno de las olas.
El rostro de Alex se iluminó con una sonrisa, una mezcla de sorpresa y alegría. Aquel ser alado continuó su viaje aéreo, desapareciendo gradualmente en el horizonte que se desvanecía en tonos grises y azules, dejando pasar pequeños haces de la luz del sol entre las nubes.
Justo cuando la visión del ser alado se desvanecía, un suave llamado se elevó en la brisa.
-¡Alex!- Resonó la voz a lo lejos.
Alex se giró hacia el origen del llamado, y una sonrisa cálida se dibujó en su rostro al ver a una niña a lo lejos. De cabellos oscuros como el suyo, ondeando en la brisa y esperándolo por encima de las dunas de arena.
Acomodando la lana sobre su brazo se despidió de la escena detrás de él y caminó hacia ella.
-¡Ya voy!-
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-Imprudente.- "El Mar de los Monstruos." (Saga Percy Jackson x Oc)
ПриключенияTras un año entero para Alex y sus amigos, un nuevo problemas se presenta en el campamento. Los peligros que amenazan la seguridad del lugar serán suficiente como para poner las cosas tensas entre ellos, y las soluciones parecen escasear a medida qu...