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Kara PV

Alex y Sam dijeron que no querían hacer un boda lujosa ni grande, solo la familia y amigos. Querían que fuera intima, así que lo harían por lo civil, pidieron cita y se la dieron para dos meses más tarde.

Así que ahora nos encontramos en una sala del ayuntamiento, donde estamos todos.
Ruby era testigo de Sam junto con Lena ya que Ruby seguía siendo menor de edad y yo era testigo de Alex, así que estábamos con ellas delante del juez de paz.

—¿Están seguras de esto?
—Lo estamos.
—Bien. Alexandra Danvers, ¿quieres a Samantha Arias como esposa?
—Sí quiero.
—Samantha Arias, ¿quieres a Alexandra Danvers como esposa?
—Sí quiero.
—Los anillos.— dijo, saqué la cajita de mi bolsillo y la abrí delante de ellas.

Cada una cogió el suyo y se lo pusieron.

Entonces ocurrió algo, vi a mi esposa con gesto de dolor e inclinándose hacia delante mientras se sujetaba, como podía, su enorme vientre.

—Perdone, pero ¿puede ir más de prisa?—le pregunté cuando vi que las novias estaban a punto de decir sus votos.
—¿Porque?
—Porque mi mujer está de parto.—todos miraron a Lena y Lionel le acercó una silla y Lena se sentó como pudo.

Me acerqué a ella y le cogí la mano.

—¿Que espera, que nazcan?—le dije.
—Yo os declaro mujer y mujer, puedes besar a la novia.—Alex y Sam se dieron un pico.

Después firmaron el libro de familia, el juez nos lo acercó y firmamos rápidamente, después de eso me llevé a mi esposa al hospital mientras que los demás se quedaba allí. La boda no había terminado aunque para nosotras si y no podíamos fastidiarles su día, pero algo me dice que vendrán todos al hospital una vez que salgan del ayuntamiento.

Mientras estábamos en camino la miraba de vez en cuando, hacía los ejercicios de respiración que aprendió en clase.

—¡Esto no sirve ni una mierda!—gritó.

Al fin llegamos y la ayudé a bajar del coche, después entramos por la puerta de urgencias.

—¡Un medico, mi esposa está de parto!—grité.

Vinieron un médico una enfermera con una silla de ruedas, le pidieron que se sentara en ella y se fueron a una habitación, yo los seguí.

—Llame por favor a la doctora de mi esposa.—le dije al médico, le di el nombre y se marchó rápidamente.
Un par de enfermeras ayudaron a desnudarse u ponerse la bata y la ayudaron a subirse a la cama, yo me quedé a su lado.
Las dos se fueron y poco después apareció de nuevo una con una jarra con cubitos de hielo.

—No puede beber nada, pero con esto puede refrescarle los labios.
—Gracias le dije.
—De nada.—después le colocó unos cables a mi esposa y encendió una pantalla, me la quedé mirando porque no sabía para que era todo eso.—es para controlar el pulso de la madre y los latidos de los bebés.
—Entiendo.

Poco después apareció la doctora.

—¿Has roto la fuente?—preguntó a Lena.
—Sí, en el coche.—me miró pidiéndome disculpas.
—No tiene importancia.—le dije, lo que no sabía es si eso iba a ser fácil de limpiar tendría que cambiarme de coche, pero ahora no era importante en ese momento.

La doctora comprobó la dilatación.

—Aún quedan unas horas, pero es sorprendente lo rápido que dilatas. ¿Cuanto hace que estás con contracciones?
—Desde la primera hora de la mañana.—confesó Lena y yo la miré con el ceño fruncido, no entiendo porque no me lo dijo.—Era la boda de tu hermana y de mi mejor amiga, no podría hacerles el feo en no presentarme, además tu tampoco podías no presentarte.—tenía razón.
—Entonces es normal que falten pocos centímetros de dilatación y por eso has roto aguas en el coche. Llevas todo él día en trabajo de parto.—dijo la doctora.
—Pero ¿están bien?—pregunté.
—Sí lo están, deseando nacer eso está claro. Pronto veremos quien es el primero en presentarse.—dijo la doctora.

Familia SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora